Algunas personas no soportan ciertos sonidos. No se trata de sonidos desagradables en sí. Son ruidos cotidianos completamente normales, pero las personas con misofonía los encuentran tan absolutamente intolerables que la sensación afecta a su vida cotidiana. Un equipo de investigadores cree haber encontrado la causa de esta condición. Es una conexión cerebral inusual.
Es difícil explicar la misofonía o Síndrome de Sensibilidad Selectiva al Sonido (SSS) a alguien que no la padece. No es que los sonidos de otras personas comiendo te parezcan de mala educación o seas un simple maniático. Es que esos sonidos se te meten en la cabeza produciendo una sensación visceral que muchos comparan con la ira y que es muy difícil de apagar por mucho que disfrutes de un excelente autocontrol en otras áreas de tu vida. Se trata de una condición poco estudiada que se cree que afecta en distinta medida a entre un 6 y un 20% de la población. En los casos más severos, la misofonía genera una sensación tan intolerable que afecta a la vida cotidiana de la persona y a su entorno.
Desde hace tiempo se sospechaba que la misofonia tenía un origen neurológico, y un equipo de investigadores de la Universidad de NewCastle cree haber encontrado la causa del problema. Se trata de una conexión inusualmente sensible entre dos áreas del cerebro que normalmente no están tan bien relacionadas: la región que procesa los sonidos y la corteza motora.
El descubrimiento se ha hecho practicando escáneres de resonancia magnética a 75 personas. Parte de esos voluntarios decían tener misofonía, y otra parte no. Mientras se les practicaba el escáner, los pacientes escuchaban sonidos neutros (como la lluvia), sonidos desagradables para cualquier persona (como gritos), y sonidos que normalmente se consideran desencadenantes de misofonía (como masticar). El neurólogo Sukhbinder Kumar, coordinador del estudio, explica así los resultados:
Lo que hemos descubierto es que las personas con misofonia tienen una comunicación anormal entre las regiones auditiva y motora del cerebro. Podríamos describirlo como una especie de conexión hipersensible. Es la primera vez que se describe esta característica en personas aquejadas de esta condición.
Lo que nos ha sorprendido es descubrir que esa misma conexión hipersensible también está presente entre el córtex visual y el motor, lo que sugiere que la misofonia también puede activarse mediante estímulos visuales como ver a alguien comiendo.
El descubrimiento también explica por qué esos sonidos generan una sensación tan desagradable. La culpa está en el denominado sistema neuronal especular. Las neuronas espejo son neuronas que se activan cuando una persona ejecuta una acción, pero también se activan cuando esa persona observa a otra realizando esa misma acción, sobre todo si es alguien cercano. Se trata de una parte del sistema nervioso cuyo descubrimiento es bastante reciente (1996) y aún no se conoce completamente su funcionamiento, aunque se cree que está relacionada con la empatía, el aprendizaje y los comportamientos sociales.
El caso es que en las personas con misofonía, la masticación ajena desencadena una respuesta especular no deseada. Los investigadores teorizan que esa es la razón por la que resulta tan desagradable. Se siente como una especie de injerencia en el cerebro. Eso explicaría también por qué muchas personas con esta condición recuperan el control de sus pensamientos realizando exactamente la misma actividad que les resulta incómoda (comer cuando los demás comen).
El descubrimiento es de gran utilidad porque abre nuevas vías para gestionar la sensación desgradable en las personas con misofonia y permite estudiar nuevos aspectos del sistema neuronal especular. [Journal of Neuroscience vía Science Alert]
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