A principios del siglo XVIII se calcula que la viruela era la causante de la muerte de entre un 10% y un 15% de la población europea, lo que podía suponer un total de 400.000 personas al año. Se trataba de una enfermedad que, además de una alta tasa de mortalidadque podía alcanzar el 30% de los infectados, era muy contagiosa y podía producir secuelas de por vida, desde las conocidas marcas y cicatrices en la piel hasta una inhabilitante ceguera permanente.
A pesar de que se desconoce el origen de la enfermedad, sí se sabe que ha afectado al ser humano desde hace mucho tiempo, pues existen evidencias en momias egipcias del siglo III a.C. Por ello, también se sabe que desde siglos atrás la humanidad ha intentado combatir tanto la infección como la propagación de la viruela mucho antes de que apareciera la famosa vacuna, el método que acabaría con la enfermedad y cuya invención debemos al médico británico Edward Jenner.
Sin embargo, la historia confirma que mucho antes de que Jenner llevara a cabo la primera vacunación y la popularizara como método preventivo, procedimientos muy parecidos ya eran empleados en otras culturas y sociedades. Y de ello se dio cuenta Lady Mary Wortley Montagu, una aristócrata británica que muy posiblemente fue la primera persona en intentar difundir la inoculación entre la población europea como método para evitar el contagio de la viruela.
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