Dos meteoritos hallados en la Antártida parecen
contener granos de sílice (el material del que se componen el cuarzo y la
arena) procedente de una supernova que habría estallado antes de que se formase
el sistema solar. Algunos investigadores creen que hubo de ser una explosión
estelar de esa clase la que, hace miles de millones de años, desencadenó la
génesis del sistema solar a partir de una nube de gas y polvo. Pero, al margen
de que los meteoritos de la Antártida aporten o no información sobre semejante
cataclismo, sí parecen contener el subproducto de una explosión de supernova
nunca antes hallado en la Tierra.
El sílice encontrado en los meteoritos se
distingue por su exótica mezcla de isótopos, «inexplicable por ninguno de los
procesos conocidos que actúan en el sistema solar», según un estudio publicado
el pasado mes de mayo en Astrophysical Journal Letters. Solo las
reacciones nucleares que alimentan el interior de las estrellas podrían dar
cuenta de semejante composición. En general, se cree que algunos de los
materiales presolares que acabaron formando parte del sistema solar podrían
haberse originado en supernovas cercanas; otros, en cambio, habrían llegado a
merced de los vientos estelares de estrellas viejas.
En el nuevo estudio, Pierre Haenecour, de la
Universidad de Washington en San Luis, y sus coautores analizaron dos
meteoritos hallados en la Antártida en 2003. Los investigadores concluyeron que
el sílice (SiO2) que contenían debía ser anterior a la formación del
sistema solar debido a su riqueza en oxígeno 18, un isótopo pesado de dicho
elemento. Esa composición sugiere que se habrían formado en una supernova de
tipo II, una explosión iniciada por el colapso del núcleo de una estrella de
gran masa. En el pasado, otros científicos habían encontrado sílice presolar en
otros meteoritos, pero con una composición isotópica que indicaba que provenían
de estrellas de la rama asintótica gigante, cierta clase de estrellas
envejecidas.
Analizar esa clase de compuestos constituye mucho
más que un ejercicio de historia interestelar. La formación del Sol y
los planetas a partir de una nube de gas y polvo pudo haberse desencadenado
gracias a la onda expansiva de una supernova cercana o debido a las emisiones,
más suaves, de una estrella de la rama asintótica gigante. Por tanto, el
estudio de tales residuos primigenios no solo ayudará a profundizar en los
violentos procesos interiores de las estrellas moribundas, sino que tal vez
permita entender el evento que dio origen al Sol, la Tierra y los demás planetas.
Thomas Fuchs