Numerosos especímenes macho del ave del paraíso se sirven de brillantes colores y plumas iridiscentes en sus rituales de apareamiento. Sin embargo, unas pocas especies lucen también un plumaje «supernegro». Ahora, los investigadores acaban de descubrir los secretos estructurales de estas plumas, las cuales llegan a competir incluso con la profunda y aterciopelada oscuridad de los materiales artificiales diseñados para absorber la luz.
Las plumas, como la mayoría de los objetos opacos, suelen adquirir su color gracias a los pigmentos presentes en sus capas más externas o a diminutas estructuras superficiales que reflejan la luz, como las que se encuentran en escarabajos y mariposas iridiscentes [véase «Joyas vivas», por Joachim Schlichting; Investigación y Ciencia, agosto de 2017]. Pero las plumas supernegras son todo lo contrario, explica Dakota McCoy, bióloga evolutiva de Harvard y coautora de un estudio reciente sobre la cuestión. Según un artículo publicado por McCoy y sus colaboradores el pasado mes de enero en Nature Communications, este plumaje absorbería hasta el 99,95 por ciento de la luz visible que incide sobre él.
Un análisis detallado ha revelado el mecanismo por el que estas plumas especializadas para el cortejo atrapan la luz: sus bárbulas —microestructuras ubicadas cerca de la punta de las plumas— se encuentran cubiertas por una multitud de estructuras ramificadas aún más diminutas. Por regla general, la mayoría de las bárbulas de las plumas de vuelo presentan pequeños ganchos que, a modo de velcro, pueden unirse a las bárbulas vecinas para formar una superficie aerodinámica sólida y flexible al mismo tiempo. Sin embargo, cuando la luz incide sobre el bosque de bárbulas de una pluma supernegra, no se refleja hacia fuera, sino hacia el interior de las cavidades que hay entre las diminutas estructuras, apunta McCoy. Estas plumas seguían viéndose negras incluso después de recubrirlas con oro vaporizado. Por el contrario, las plumas que obtenían su color negro a partir de pigmentos parecían doradas al revestirlas de manera similar, añade la investigadora.
Los hallazgos del equipo revelan un nuevo tipo de microestructura en las plumas, indica Matthew Shawkey, biólogo evolutivo de la Universidad de Gante que no participó en el estudio. «Dicha estructura aumenta la negrura producida por los pigmentos», añade. Las plumas negras que presentan otras aves del paraíso (o aquellas que no se usan para el cortejo, en una de las especies con plumas supernegras que analizó el equipo) reflejan entre 10 y 100 veces más luz que las plumas supernegras, explica McCoy.
Desde un punto de vista evolutivo, los investigadores proponen que las plumas oscuras permitirían realzar las de colores más brillantes, lo que habría supuesto una ventaja a la hora de atraer a potenciales parejas. En todas las especies supernegras examinadas por los autores, las plumas especiales siempre aparecían justo al lado de las brillantes y lustrosas. Durante el cortejo, los machos colocan estas plumas de modo que parezcan lo más oscuras posible desde el punto de vista de las hembras, concluye McCoy.
«Definitivamente, no tiene nada que ver con el camuflaje», asegura Shawkey. «Este plumaje supernegro aumenta el contraste con las plumas de colores vivos que se encuentran cerca.»
Sid Perkins
GETTY IMAGES/JOEL SARTORE
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