jueves, 5 de abril de 2018

Esprint glaciar


La mayoría de los glaciares avanzan a un ritmo exasperantemente lento. Sin embargo, en el norte de Pakistán hay uno que en ocasiones comienza a galopar con una velocidad y regularidad sorprendentes: cada dos decenios, el glaciar Khurdopin avanza bruscamente, moviéndose unas 1500 veces más rápido de lo normal. Eso provoca que el hielo caiga a un río cercano, detenga su curso y cree un lago temporal que puede inundar de improviso los pueblos cercanos. Ahora, un grupo de investigadores ha usado nuevos datos de satélite de alta resolución para estudiar el Khurdopin durante su reciente acelerón de 2017, lo que ha revelado el desarrollo del evento casi día a día y con un detalle sin precedentes. Las observaciones resultarán cruciales para evaluar la peligrosidad del glaciar y, tal vez, para predecir cuándo ocurrirán las siguientes inundaciones.
Alrededor del uno por ciento de los glaciares del mundo exhiben estos grandes y repentinos aumentos de velocidad. «No está claro al cien por cien por qué algunos se aceleran y otros no», señala Jakob Steiner, geocientífico de la Universidad de Utrecht y líder del estudio. Algunos expertos piensan que el agua penetra en la base del glaciar y actúa como un lubricante que induce el deslizamiento. Los sedimentos existentes entre el glaciar y el suelo también podrían facilitarlo.
Las nuevas imágenes por satélite analizadas por Steiner y su equipo les permitieron observar detalles del Khurdopin que tan solo medían tres metros de longitud. A medida que la nieve se acumulaba en el extremo elevado del río de hielo de 41 kilómetros, la presión aplastante cambió la estructura de las moléculas de agua, provocando que el hielo se derritiera a temperaturas más bajas de lo habitual y permitiendo que la masa se desplazara de manera repentina. En mayo de 2017, el Khurdopin avanzó hasta 20 metros por día, lo que creó un lago que multiplicó su tamaño por 30 antes de vaciarse y llevarse por delante carreteras, puentes y tierras de cultivo, según comunicaron los científicos en enero en la revista The Cryosphere.
«Este trabajo ha caracterizado el fenómeno con un nivel de detalle excepcional», señala Duncan Quincey, glaciólogo de la Universidad de Leeds que no participó en el estudio. Steiner y sus colaboradores tienen previsto regresar a Pakistán este año para continuar instalando sensores de temperatura y de lluvia alrededor del Khurdopin, así como para formar a los habitantes de la zona para que aprendan a vigilar el glaciar y su transitorio lago.

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