Decimos "las jorobas", en plural, porque es el camello quien tiene dos, frente a la única del dromedario: cuestión típica de Trivial ante la que seguro has dudado en alguna ocasión. Nos habéis preguntado por esta parte del animal y si realmente funciona como almacén de agua, de cara a evitar la deshidratación durante las largas jornadas de caminata por el desierto. La respuesta es no: las jorobas de los camellos no son una reserva de agua, sino de grasa.
Tanto camellos como dromedarios están adaptados para sobrevivir en condiciones climáticas de temperaturas extremas, tanto de calor, como de frío. Por eso presentan particularidades biológicas y fisiológicas que les permiten vivir en lugares en los que alimentarse e hidratarse se vuelve una ardua tarea.
"En contra de la creencia popular, la joroba no almacena agua, sino grasa; es decir, se trata de tejido graso o adiposo", explica a Maldita Ciencia Pablo Acebes, investigador del grupo de Especialistas en Camélidos Sudamericanos de la Comisión de Supervivencia de Especies de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. "Estas permiten a los animales tener el suficiente alimento durante varios días de viaje", añade Jaime Góngora, profesor en la facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad de Sídney (Australia).
De esta manera, la energía se reserva para momentos en los que no hay nutrientes disponibles. "Esta puede utilizarse en lugar de agua y comida", explica este artículo de Animal Diversity Web, una base de datos online sobre especies animales de la Universidad de Míchigan (EEUU).
"Las jorobas pueden llegar a pesar 30 kg. Cuando los camellos están un tiempo sin alimentarse, estas disminuyen e incluso llegan a caerse", afirma Acebes. De hecho, si vemos que están pequeñas, flácidas y ladeadas es porque el camello está 'tirando de reservas'. "Es decir, está obteniendo energía de la trasformación de ese tejido graso porque lleva días sin alimentarse", añade el experto. Gracias a ellas, son capaces de sobrevivir incluso dos semanas sin comer o beber. Además, al mantener la grasa localizada en esta zona, deja el resto del cuerpo libre de ella, lo que facilita la disipación de calor.
Otras de las adaptaciones de estos animales a los entornos áridos es la presencia de un grueso pelaje, que les protege de la insolación. También es otro de ejemplo de su adecuación a las condiciones adversas la reducción de las pérdidas de agua, ya que sudan poco y prácticamente no jadean y la producción de orina escasa y muy concentrada. Además, tienen la capacidad de ingerir grandes volúmenes de agua en muy poco tiempo (más de 100 litros en pocos minutos), para aprovechar las ocasiones en la que esta está disponible de cara a un periodo de escasez.
¿Qué ocurre con ese agua, si hemos dicho que no se almacena en las jorobas? La respuesta está en su sistema circulatorio. "Los camellos son capaces de acumular grandes cantidades de agua en su sangre o torrente sanguíneo. Son como esponjas", indica Acebes.
Los glóbulos rojos de los camellos son ovalados, no en forma de disco. "La forma elíptica les permite fluir y penetrar en los más recónditos capilares, incluso en situaciones de alta deshidratación", explica en este artículo Juan Pascual, veterinario y divulgador.
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