El
descubrimiento del elemento 117 en 2010 completó por primera vez la tabla
periódica tal como la conocemos, al menos hasta que nuevos descubrimientos
obliguen a añadirle una nueva fila.
Sin
embargo, la química de algunos elementos de incorporación reciente puede
diferir de la de los elementos de la misma columna, rompiendo la regla
periódica que había caracterizado la tabla durante un siglo y medio.
Este
sorprendente comportamiento puede derivar de los efectos descritos por la
teoría de la relatividad especial, que hacen que ciertos electrones orbiten de
forma más compactada.
Los
físicos nucleares siguen en su empeño por sintetizar nuevos elementos, que
tendrán nuevos tipos de orbitales electrónicos, y por comprender su química
mediante el estudio de un puñado de átomos efímeros.
Investigadores
rusos anunciaron en 2010 que habían sintetizado por primera vez unos pocos
núcleos del elemento 117. Este nuevo tipo de átomo no tenía todavía nombre,
porque tradicionalmente la comunidad científica espera a tener una confirmación
independiente antes de bautizar un nuevo elemento. Pero, salvo sorpresas, el
117 ocupa ya una plaza permanente en la tabla periódica de los elementos.
Todos los
elementos hasta el 116, y el 118, habían sido previamente encontrados; el 117
llenó el último hueco que quedaba en la fila inferior. Este logro marca un hito
en la historia. Cuando Dimitri Mendeléiev —también ruso— y otros científicos
crearon la tabla periódica en los años sesenta del siglo XIX, generaron el
primer gran esquema para organizar todos los elementos conocidos en aquel
momento. Mendeléiev dejó algunos espacios en blanco en su tabla y formuló la
audaz suposición de que algún día se descubrirían nuevos elementos que
llenarían aquellos vacíos. Se han elaborado incontables revisiones de la tabla,
pero nunca se había podido prescindir de los huecos... hasta ahora. Con el
elemento 117 la tabla periódica de los elementos se ha completado por primera
vez.
El
espíritu de Mendeléiev probablemente saboreará el triunfo de su visión, por lo
menos por un tiempo, hasta que los químicos y los físicos nucleares sinteticen
nuevos elementos, que requerirán la adición de nuevas filas y posiblemente
dejarán nuevos huecos.
Sin
embargo, en el momento en que encajaban las últimas piezas del rompecabezas,
empezó a sospecharse que algo fundamental fallaba. Algo que podría minar la
misma base de la existencia de la tabla periódica: los patrones recurrentes que
le dan nombre.
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