Mascar chicle estaba prohibido en aquella cárcel del estado de Alabama, pero Susan lo masticaba delante de los guardas siempre que le apetecía. Ninguno se atrevió a privarle de ese gusto.
Susan fue una de las 87 participantes en el estudio realizado en la Universidad de Georgia sobre el papel de la testosterona en el comportamiento agresivo de las mujeres encarceladas. Todas ellas estaban recluídas en una prisión de máxima seguridad, y Susan era la que llevaba la mayor cantidad de esta hormona en su sangre.
Hace tiempo que se cree que la testosterona está asociada con la agresión, pero pocos estudios han logrado demostrarlo. El nuevo trabajo, que se publica en el último número de Psychosomatic Medicine, muestra que algunos individuos con un nivel alto de esta hormona son agresivos, pero otros consiguen el estado dominante con un estilo personal que hace que los que les rodean adopten aptitudes deferenciales. Ese era el caso de Susan.
Según los autores, la prisión es un lugar muy bueno para hacer un estudio como éste. Fuera de la cárcel, la dominancia depende de otras cualidades distintas a la agresividad: los recursos económicos, la reputación y los patrones de conducta desarrollados a lo largo de toda una vida. Sin embargo, dentro, las relaciones interpersonales se hacen más simples y, por tanto, más fáciles de estudiar.
Los guardas de la prisión también participaron, sin saberlo, en la investigación. Se les pidió que definieran a las cinco mujeres con los niveles más bajos de testosterona. «Muy manipulativa», «peligrosa», «te pone buena cara pero te apuñala por detrás», fueron algunas de las descripciones. Cuando se les pidió un único adjetivo para todas, la respuesta fue unánime: «traicioneras».
«Encontramos muy significativa esta definición», escriben los autores. Otros estudios han mostrado que los hombres que tienen niveles bajos de testosterona son amistosos y mantienen una relación positiva con sus familiares. Pero en la cárcel, el enfrentamiento está a la orden del día, y los prisioneros no tienen oportunidad de ser amistosos. Pueden actuar abiertamente. Los individuos con alto nivel de testosterona pueden actuar directamente. Los que tienen niveles bajos de la hormona, como son poco dominantes, tienen que actuar con más sigilo en su trato con los demás.
MYRIAM LOPEZ BLANCO
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