Las tasas de mortalidad por enfermedades infecciosas son a menudo más altas en hombres que en mujeres. ¿Significa esto que el sistema inmunitario de las mujeres es más fuerte? ¿O puede que algunos virus se adapten para ser menos virulentos para ellas? Un estudio publicado esta semana en la revista Nature Communications por investigadores de la Universidad de Londres apunta hacia la segunda opción. Debido a que las hembras pueden transmitir patógenos durante el embarazo, el nacimiento, o la lactancia, estos evolucionan para disminuir su virulencia en ellas, mucho más valiosas como vehículo de dispersión que los hombres.
En primer lugar, los investigadores elaboraron un modelo matemático epidemiológico para poder determinar en qué condiciones la selección natural favorece a los patógenos para ser más o menos virulentes según el sexo de su huésped. Después, aplicaron los resultados al virus linfotrópico de células T humanas de tipo 1 (HTLV-1), que provoca una leucemia llamada linfoma de células T del adulto (ATL, por sus siglas en inglés). Finalmente, fueron capaces de resolver un viejo rompecabezas sobre el desarrollo de la infección: en Japón los hombres infectados tienen entre 2 y 3,5 veces más posibilidades de desarrollar este cáncer de sangre, mientras que en mujeres y hombres del Caribe es igualmente probable. Se trata de un enigma difícil de explicar que ya había llamado la atención de la comunidad científica. Pero a diferencia de los estudios anteriores en este caso los científicos situaron su análisis en el punto de vista del virus, en lugar de concentrarse en del portador.
Según los autores, su modelo demuestra que la selección natural favorece a los HTLV-1 menos virulentos con las mujeres que con los varones en sociedades en las que hay una mayor transmisión de madre a hijos durante el parto y la lactancia. Este hecho ocurre en Japón, donde el periodo en que las madres amamantan a su descendencia es mayor que en el Caribe. El hallazgo resalta la importancia de investigar las diferencias en el perfil de expresión genética de patógenos en machos y hembras y concluye que la lactancia materna, más prolongada en Japón que en el Caribe, puede haber impulsado la diferencia de virulencia entre las dos poblaciones.
«La supervivencia de los más aptos es relevante para todos los organismos, no solo para los humanos. Es muy probable que este comportamiento virulento específico del sexo esté sucediendo en otros muchos patógenos que causan enfermedades, además de ser un excelente ejemplo de lo que el análisis evolutivo puede hacer por la medicina», argumenta Francisco Úbeda, coautor del estudio.
Más información en Nature Communications.
Fuente: SINC.
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