La respuesta está en el viento, decía Bob Dylan. La respuesta y algo más, porque cuando sopla una brisa ligera puede que unas pequeñas criaturas caigan del cielo de forma inesperada. Se trata de las arañas voladoras, capaces de desplazarse durante cientos de kilómetros por el aire. Hasta ahora, los científicos creían que estas arañas simplemente utilizaban una o dos fibras de seda para atrapar la corriente, pero su estrategia es bastante más sofisticada Un equipo de la Universidad Técnica de Berlín ha descubierto que, en realidad, construyen una especie de parapentes con docenas de sedas nanométricas de hasta siete metros de largo. El estudio, publicado en la revista PLOS Biology, también muestra que estos pilotos experimentados no se lanzan alocadamente, sino que primero comprueban las condiciones atmosféricas para garantizar que el viento sople a la velocidad adecuada.
Muchos tipos de arañas viajan en «globos aerostáticos», ya sea para dispersarse desde su lugar de nacimiento, para buscar comida o pareja, o para encontrar nuevos sitios que colonizar. Por ese motivo, suelen encontrarse entre los primeros animales que llegan a las islas. Si bien la mayoría de las arañas que emplean esta técnica son juveniles o adultos pequeños, de menos de 3 milímetros de longitud, algunas más grandes también vuelan por el aire. Aunque este fenómeno se ha estudiado anteriormente, estos autores son los primeros en realizar mediciones detalladas tanto del comportamiento sensorial como de las fibras de seda que se utilizan para atrapar el viento.
Mediante una combinación de observaciones de campo y experimentos en túneles de viento, los investigadores encontraron que las arañas cangrejo grandes (Xysticus), de alrededor de 5 mm de largo y con un peso de hasta 25 miligramos, son capaces de evaluar activamente las condiciones del viento levantando una o ambas patas delanteras y orientándose a la dirección del mismo.
Hasta 60 «cuerdas»
Si las condiciones son buenas, con vientos cuya velocidad está por debajo de 3 metros por segundo, formando corrientes ascendentes relativamente ligeras, las arañas se ponen en acción y fabrican una línea de seda de unos 700 nanómetros de diámetro que las ancla a la brizna de hierba desde la cual se lanzan. Pero además, producen hasta 60 fibras mucho más finas, de solo 200 nanómetros de grosor, que les proporcionan la sustentación suficiente para ser transportadas por el aire. Si las condiciones del viento cambian, las arañas cortan las fibras y comienzan de nuevo.
Los autores concluyen que las arañas detectan activamente las características del viento y se activan solo cuando la velocidad y la corriente ascendente están dentro de rangos relativamente estrechos, lo que aumenta las probabilidades de un buen vuelo. «Los comportamientos previos al vuelo que observamos sugieren que las arañas cangrejo evalúan las condiciones meteorológicas antes de su despegue», explica Moonsung Cho, uno de los responsables del estudio. «El vuelo en globo no es solo un lanzamiento aleatorio al viento, sino uno que ocurre cuando las condiciones favorecen un viaje exitoso».
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