A principios de junio, la NASA anunció a bombo y platillo que el Curiosity había descubierto moléculas orgánicas complejas, los ladrillos de la vida, sobre la superficie de Marte. La noticia, largamente esperada, resonó en los principales medios de comunicación del mundo y fue recibida como la mejor evidencia hallada de la existencia, presente o pasada, de seres vivientes en el planeta rojo.
Ahora, sin embargo, un estudio recién publicado en la revista Journal of Geophysical Research: Planets sostiene que otra histórica misión de la NASA, las sondas Viking, podrían haber hecho el mismo descubrimiento hace ya más de 40 años. Solo que sus resultados fueron quemados por la NASA de forma accidental.
En 1976, en efecto, los dos módulos gemelos de aterrizaje Viking llevaron a cabo los primeros experimentos sobre el terreno para buscar materia orgánica en el planeta vecino. Ya entonces, los científicos eran muy conscientes de que los planetas reciben de forma constante una lluvia de micrometeoritos ricos en carbono y, a menudo, moléculas orgánicas más complejas, por lo que estaban convencidos de que Marte debería estar repleto de tales sustancias. Pero las Vikings no encontraron nada, dejando a los científicos estupefactos y con un palmo de narices.
"Fue algo totalmente inesperado e inconsistente con lo que sabíamos", ha asegurado Chris McKay, del centro de investigación Ames, de la NASA, y uno de los autores del estudio.
A partir de aquél momento, numerosos investigadores han tratado de hallar una explicación lógica al "enigma de las moléculas perdidas", pero ninguna terminaba de encajar. En 2008, sin embargo, el módulo de aterrizaje Phoenix, de la NASA, hizo un descubrimiento crucial: encontró, cerca del Polo Norte de Marte, una extraña sal conocida como perclorato, una sustancia que se utiliza para elaborar combustible para cohetes y fuegos artificiales, ya que se vuelve explosiva cuando es sometida a altas temperaturas.
Por supuesto, en la helada superficie de Marte eso no constituye un problema. Pero resulta que las Viking, en su búsqueda de moléculas orgánicas, tomaron muestras de suelo marciano para analizarlas. Muestras que contenían perclorato y que, al llevar a cabo los experimentos (en los que se utiliza un soplete) incineraron sin remedio cualquier elemento orgánico que pudiera haber en ellas. Lo que llevó a que los científicos no encontraran nada en los resultados.
Pruebas concluyentes
Tras este descubrimiento, McKay y algunos de sus colegas recuperaron su convicción de que, finalmente, sí que podrían existir moléculas orgánicas en Marte. "De repente -afirma el científico- adquieres una nueva percepción y te das cuenta de que todo lo que pensabas estaba mal". A pesar de ello, siguió existiendo una marcada división de opiniones entre quienes pensaban que la superficie marciana contenía materia orgánica y quienes sostenían que era completamente estéril.
Así las cosas, llegó el descubrimiento del Curiosity en junio de este año. El rover aportó, por fin, pruebas concluyentes de materia orgánica en el planeta rojo, lo que dio nuevas alas a quienes reivindicaban los experimentos de las Viking.
Una de las claves para hacerlo fue que, junto a las moléculas orgánicas, el Curiosity también encontró clorobenceno, una molécula que se produce cuando los átomos de carbono se queman con perclorato. Era una evidencia, aunque indirecta, de lo sucedido hace cuarenta años. Y una confirmación más de que las sondas Viking ya habían detectado moléculas orgánicas en Marte.
Con todos esos datos en la mano, McKay y sus colegas, entre ellos Melissa Guzmán, del centro de investigación LATMOS, en Francia, revisaron a fondo los resultados obtenidos por las Viking y descubrieron que también esas antiguas sondas habían detectado clorobenzeno, consecuencia más que probable de la quema involuntaria del material orgánico contenido en las muestras.
Así que, después de todo, las Viking no terminaron con las manos tan vacías como se pensaba, y este antiguo caso puede considerarse, más de cuatro décadas después, definitivamente cerrado. Además, el más que probable hallazgo de materia orgánica por parte de las Viking, más el recientemente anunciado del Curiosity, demuestran que dicho material orgánico se encuentra no solo en una, sino en diferentes zonas del planeta. Lo cual refuerza aún más las posibilidades de encontrar, por fin, vida.
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