Debido a una extraña peculiaridad de la biología, existen cosas como los muertos vivientes: algunas células del cerebro humano aumentan su actividad después de la muerte, tal y como demuestra una reciente investigación.
Cuando morimos el cuerpo cesa toda su actividad, pero algunas células cerebrales aumentan su expresión genética e incrementan su actividad, tratando de seguir haciendo sus tareas vitales. El neurólogo Jeffrey Loeb de la Universidad de Illinois y su equipo han comprobado en un reciente estudiocómo de estas células obstinadamente brotaban nuevos tentáculos y se ocupaban de seguir llevando a cabo sus funciones durante horas después de la muerte.
“La mayoría de los estudios asumen que todo en el cerebro se detiene cuando el corazón deja de latir, pero no es así”, explica Loeb, apuntando que gran parte de los datos disponibles acerca de trastornos cerebrales como el autismo, el Alzheimer y la esquizofrenia, proviene de experimentos realizados en tejidos cerebrales después de la muerte, un enfoque clave en la búsqueda de nuevos tratamientos.
Por lo general, este trabajo se realiza en tejidos de personas que murieron hace más de 12 horas. Al comparar la expresión génica en tejidos cerebrales frescos -sacados extraídos como parte de una cirugía de epilepsia de 20 pacientes- con las muestras de cerebro mencionadas anteriormente de personas fallecidas, Loeb y su equipo encontraron diferencias sorprendentes que no eran específicas de la edad ni de la enfermedad.
Los investigadores utilizaron datos sobre la expresión génica para comprender los cambios en la actividad específica de las células a lo largo del tiempo desde la muerte, a temperatura ambiente. Aunque la mayoría de la actividad genética permaneció estable durante las 24 horas después de la muerte, las células neuronales y su actividad genética se agotaron rápidamente. Sin embargo, lo más notable es que las células gliales aumentaron la expresión y los procesos génicos.
¿Qué son estas células gliales? Son células del tejido nervioso, donde actúan en funciones auxiliares, complementando a las células somáticas, que son las principales responsables de la función nerviosa. De forma principal, sirven de soporte a las neuronas y también intervienen de forma activa en el procesamiento cerebral de la información en el organismo.
La proporción de neuronas y de células gliales en el cerebro varía entre las diferentes especies (aprox. 10:1 en la mosca doméstica, 1:1 en el cocodrilo y 1:10-50 en el hombre). “Que las células gliales se agranden después de la muerte no es demasiado sorprendente dado que son inflamatorias y su trabajo es limpiar las cosas después de lesiones cerebrales como la falta de oxígeno o un derrame cerebral”, apunta el resppnsable de.l estudio.
También demostraron que el ARN expresado por los genes no cambia en sí mismo dentro de las 24 horas posteriores a la muerte, por lo que cualquier cambio en su cantidad debe deberse a la continuación de los procesos biológicos. “La expresión génica completa de muestras de cerebro humano recién aisladas permite una visión sin precedentes de la complejidad genómica del cerebro humano, debido a la preservación de tantas transcripciones diferentes que ya no están presentes en los tejidos post mórtem”, reza el artículo.
Se trata de un descubrimiento clave a la hora de explorar el tejido cerebral para comprender enfermedades que involucran respuestas inmunes, como estas células gliales ‘zombis’ que se hinchan mientras devoran inútilmente los fragmentos circundantes de cerebros moribundos.
Pasadas 24 horas, estas células también sucumbieron y ya no se podían distinguir del tejido degradado que las rodeaba. La conclusión es que ahora los estudios cerebrales post mórtem podrán entenderse mejor. Será importante reducir el intervalo para que no sea tan grande la magnitud de los cambios genéticos y celulares.
Esta investigación fue publicada en Scientific Reports.
Fuente | Science Alert
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