Desde el punto de vista de la actividad locomotora, se distinguen dos tipos de animales: los activos y los sésiles o fijos. Los primeros pueden cambiar de lugar de modo activo, es decir usando sus capacidades motrices. Los segundos se encuentran ligados al sustrato de una manera fija como si de plantas se trataran. En un punto intermedio se encuentra el sedentarismo que trata de animales libres pero que apenas se mueven del sitio (como seria el caso de los pepinos de mar).
La vida activa determina el desarrollo de los órganos de los sentidos. Pero actúa también sobre la conformación y diferenciación orgánica del animal. La inmensa mayoría de los animales que se mueven activamente están polarizados, es decir, que su cuerpo ofrece dos extremos (anterior que marca el sentido de dirección del animal y el posterior). Entre estos dos polos, encontramos enormes diferencias. El anterior aporta la boca y la mayor parte de los órganos de los sentidos y el sistema nervioso. Hay una "concentración orgánica" centralizada en el encéfalo y que ayuda a la diferenciación de la cabeza. El extremo posterior suele llevar el ano y a veces órganos locomotores, principalemnte en los animales nadadores.
En los animales fijos aparecen modificaciones contrarias de la organización., muchas de las cuales recuerdan a la de los animales parásitos fijos. La sesilidad determina en primer lugar la regresión d elos órganos locomotores y una simplificación de los órganos sensoriales, posiblemente por un infrauso de estos.
Por ello, mientras vemos que las medusas presentan Ocelos o estatocistos, los pólipos (fase fija de los cnidocistos) carecen de ellos. La cabeza suele desaparecer como región diferenciada en los sésiles, como en los moluscos bivalvos (llamados acéfalos).. Esto provoca en muchos casos la pérdida de la polaridad orgánica y la adopción de una Simetría Radiada más en consonáncia que la bilateral por la necesidad de estar dirgidos en el movimiento.
La sesilidad determina también efectos progresivos en la organización., por ello la mayoría de los gusanos fijos son tubícolas, es decir, que segregan un tubo córneo o calizo donde se protegen, pero la necesidad de proveerse de alimento sin perseguirlo determina el desarrollo de órganos especiales. En unos casos (vorticelas) mediante pestañas vibrátiles peribucales que producen pequeños torbellinos para conducir las partículas alimenticias a la boca. En otras ocasiones se desarrollan tentáculos a veces muy largos o incluso se da el caso de pedúnculos en cirópodos, braquiópodos y en numerosos flagelos y ciliados como la Vorticella.
Un caso interesante es el de los crinoideos que desde las eras primaria y secundaria abundaron extraordinariamente en el mar, viviendo fijos mediante unos pedúnculos (gen. Pentacrinus, Rhizocrinus) a veces a gran profundidad y que pasan una parte de su ontogenia por una fase pedunculada que recibe el nombre de forma pentacrinus por su semejanza al género fósil.
La reproducción se halla también influida por la vida sésil. Muchos animales fijos son hermafroditas, y todos ellos, producen larvas libres para la dispersión. Hemos de recordar que son larvas que nadan mediante coronas de pestañas vibrátiles, seres tan diferentes como las esponjas, los poliquetos (no en oligoquetos o hirudinios), equinodermos y los moluscos fijos y sedentarios. En los celentéreos, los pólipos coloniales suelen dar por gemación individuos libres (medusas) que llevan los órganos sexuales y engendran larvas nadadoras mediante pestañas vibrátiles.
Para acabar hay que indicar que todos los animales sésiles son acuáticos, cosa lógica por cuanto el medio aéreo y el terrestre no son aptos para sostener animales sedentarios ya que el aire no se presta a la fecundación a distancia ni puede suministrar a los animales fijos alimento suficiente para su supervivencia.
Nacho Padró
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