En uno de los bloques de piedra que levantan el imponente edificio modernista del Palacio de la Justicia de Barcelona, ubicado en pleno centro de la ciudad, descansa el fósil de una madriguera de gusano de hace 12 millones de años. A simple vista, parece un pequeño y alargado rasguño rugoso dibujado en vertical sobre una pulida superficie de piedra. A ojos del paleontólogo Zain Belaústegui, artífice del hallazgo, ese rasguño rugoso es un nuevo icnofósil —huella fósil de un organismo vivo— nunca descrito hasta la fecha que abre la puerta a profundizar en el estudio del comportamiento de ese tipo de invertebrados
Pese a llevar más de un siglo a la vista (el edificio se terminó de construir a finales del XIX), la milenaria madriguera ha permanecido invisible a los ojos que abarrotan diariamente los alrededores del Palacio de la Justicia. “Cada uno ve lo que sabe”, sintetiza el paleontólogo del Departamento de Dinámica de la Tierra y del Océano de la facultad de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Barcelona. Y lo que vieron Belaústegui y su padre Alejandro, de la Asociación de Alumnos Mayores de la Universidad Carlos III (ALMUCAT), es que estaban ante un nuevo icnogénero y una nueva icnoespecie de icnofósil: el Lapillitubus montjuichensis, lo llamaron.
Encontraron ocho similares en varios edificios de la ciudad, como el de Aduanas o los soportales que hay al lado del parque de la Ciutadella. De hecho, el primero no fue el del Palacio de la Justicia, sino el localizado en la casa Pascual i Pons. Curiosamente, la mayoría se encontraron en edificios diseñados por el arquitecto Enric Sagnier, conservados en bloques de piedra procedentes de las canteras de Montjuïc. “Se trataría de madrigueras comparables a las que actualmente excavan un tipo de gusanos, los poliquetos terebélidos. Es una madriguera muy simple, cilíndrica, con un revestimiento de piedrecitas de cuarzo. Estudiamos todo el registro fósil para ver si había madrigueras parecidas y sí que las hay, pero aunque todas son madrigueras sencillas, cilíndricas y sin ramificaciones, lo que cambiaba era el material del revestimiento”, explica.
Las trazas descubiertas fueron excavadas por estos invertebrados hace 12 millones de años (Mioceno) en el entorno de la actual montaña de Montjuïc, que por aquel entonces era una zona deltaica. Esto es, los poliquetos terebelidos vivían en un ambiente subacuático, muy cerca de la costa pero a poca profundidad, donde había oleaje y muchos sedimentos. Estos invertebrados serían muy parecidos a algunas especies actuales, pues en la costa de Madagascar también se han descrito madrigueras actuales de poliquetos terebélidos casi idénticas a las encontradas en el Mioceno de Montjuïc.
El icnofósil encontrado en la casa Pascual i Pons es el mejor conservado y será trasladado al Museo de Ciencias Naturales de Barcelona (MCNB) como holotipo para definir el nuevo icnogénero (Lapillitubus) y la nueva icnoespecie (montjuichensis). El hallazgo, publicado en la revista Geologica Acta, es el primer icnofósil descrito en un edificio modernista en Cataluña y en toda Europa.
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