BETWEEN SUBTLE SHADING AND THE ABSENCE OF LIGHT LIES THE NUANCE OF IQLUSION
Esta entretenida pieza de Great Big Story cuenta la historia de Kryptos, la famosa escultura con mensajes cifrados que hay en la sede central de la CIA en Langley, Virginia (Estados Unidos). Instalada hace 30 años como decoración y reto para los cripoanalistas contiene cuatro mensajes, de los que tan solo se han descifrado hasta el momento tres. Aficionados y profesionales del criptoanálisis llevan desde 1990 rompiéndose para descifrarlos, pero el cuarto se resiste. Hace unos quince años ya comentamos un poco por aquí sobre el tema porque parecía raro que algo tan trivial quedara fuera del alcance de la CIA y la NSA.
La escultura tiene 869 caracteres, básicamente letras A-Z, aunque según su creador se eliminó una por razones estéticas y hay cuatro interrogaciones para despistar, además de tres erratas reconocidas y otros caracteres escritos como superíndices. También hay una tabla Vigenère, que de hecho es uno de los métodos de cifrado utilizados –sumamente antiguo y bastante básico– según se descubrió más tarde.
La primera de las soluciones llegó en 1999; de hecho hubo dos personas que la encontraron independientemente. Luego se conocieron otras dos, procedentes de la mismísima NSA, en 2000. Jim Sanborn, el creador de los mensajes y la escultura, que también aparece en el vídeo, aprovechó para confirmar las investigaciones, revelar diferentes pistas y matizar algunos errores cometidos en la creación de la obra: que si una letra estaba mal, que si hay que tener el texto de los pasajes 1 a 3 correctos para poder descifrar el cuarto, etcétera.
Así por ejemplo en 2010 el autor dijo que en la cuarta parte las letras NYPVTT = BERLÍN y en 2014 que MZFPK = CLOCK. Pistas significativas que dan a entender que igual el misterio tiene que ver con coordenadas (en uno de los mensajes apuntan a un lugar a unos 50 metros de la escultura), mapas, algún reloj famoso en la ciudad de Berlín y locuras estilo Código DaVinci. Como se puede ver en el vídeo los aficionados se reúnen todas los años con el artista para conmemorar los trabajos de descifrado. Le llevan sushi, jamones pata negra y otras viandas a ver si suelta prenda y le suplican alguna pista más, pero el hombre sigue ahí con cara de póker; tan solo las deja caer con cuentagotas cada 4 o 5 años si ve que no hay muchos avances.
La solución al enigma pendiente está encerrada en una caja fuerte, y se dice que sólo el autor la conoce (más bien, el autor y otras dos personas). Quien logre descifrar el mensaje final no obtendrá premio ni dinero directamente, pero desde luego sí que obtendrá fama mundial y un lugar en la historia de la criptología.
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