Si excluimos quizás la meteorología, nuestro planeta parecería una roca estable e inamovible, pero hace tiempo que sabemos que no es así. El clima, los continentes, los océanos, e incluso la vida en en la Tierra van cambiando poco a poco con el tiempo.
Lo que hemos observado últimamente es que estos cambios tienen su propio ritmo.
El “latido” de la Tierra. A lo largo de los últimos años distintos estudios han ido observando un ciclo geológico escondido en nuestro planeta. Un “pulso” de actividad que se repite en ciclos que duran varios millones de años.
El pulso se caracteriza por una alternancia de largos periodos de estabilidad geológica separados por breves (en un contexto geológico) periodos de gran actividad en los que se suceden eventos de gran impacto. Eventos como erupciones volcánicas, movimientos tectónicos, cambios en el nivel del mar o extinciones masivas, entre otros.
27,5 millones de años. Hasta ahora se estimaba que este “latido” tenía una frecuencia aproximada de entre 26 y 30 millones de años. Uno de los estudios más recientes en este campo afinaba esta estimación y le calculaba un periodo promedio de 27,5 millones de años.
Los últimos 260 millones de años en nuestro planeta. Para calcular este promedio, el equipo responsable del estudio se valió de las dataciones más recientes de cerca de un centenar de eventos geológicos acontecidos en los últimos 260 millones de años.
Más concretamente, 89 eventos entre los que se incluyen extinciones de especies terrestres y marítimas, erupciones de basalto de inundación, desapariciones del oxígeno oceánico, fluctuaciones del nivel del mar, y otros. Según recalca el equipo, utilizar los datos más recientes sobre los eventos les abrió la puerta a generar su nueva estimación sobre la periodicidad de estos.
10 picos. En su análisis de las últimas eras el equipo identificó 10 picos de actividad geológica en torno a los cuales se agrupaban una buena parte de los eventos analizados. Los detalles del trabajo fueron publicados en un artículo en la revista Geoscience Frontiers.
Uno de estos detalles es tranquilizador: el último de los picos identificados se produjo hace unos 7 millones de años, lo que nos da bastante margen hasta el siguiente.
Aproximaciones varias. El estudio es uno de tantos que han indagado en esta cuestión. En declaraciones a Science Alert, el geólogo de la Universidad de Adelaida Alan Collins ponía en relieve otro, publicado en 2018 en la revista Science Advances.
En aquel estudio la frecuencia calculada a estos picos no era de 27,5 millones de años sino de 26 millones. Este análisis se basaba en los ciclos de carbono y movimientos tectónicos tan solo. Para Collins la inclusión de otros eventos no añade necesariamente validez estadística al cálculo ya que algunos de estos eventos estarían vinculados entre sí por relaciones de causa-efecto.
La gran cuestión. El misterio que estos trabajos no resuelven es qué es lo que causa estos ciclos en nuestro planeta. Sí contemplan algunas hipótesis, como la posibilidad de que sean causadas por los movimientos geológicos en el manto de la Tierra y de la tectónica de placas.
Otra posibilidad es que tenga que ver con algo externo, como el movimiento orbital de nuestro planeta y su interacción con otros cuerpos, ya sean otros planetas o asteroides de nuestro entorno.
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