Los astrónomos vivieron una jornada emocionante la semana pasada cuando creyeron descubrir algo único en la órbita de Júpiter. El objeto 2019 LD2 fue identificado como el primer “asteroide troyano activo” conocido por la ciencia porque tenía una cola similar a la de un cometa. Ahora sabemos que tenía cola porque era un cometa.
Una investigación de seguimiento realizada por astrónomos del Sistema de Última Alerta de Impacto Terrestre de Asteroides (ATLAS) ha revelado que 2019 LD2 no es un asteroide troyano activo, como se creía, sino un cometa normal “con una órbita cambiante y caótica que actualmente se asemeja a la de un asteroide troyano”. El objeto ha pasado a llamarse cometa P/2019 LD2 (ATLAS).
Según un comunicado de prensa de la Universidad de Hawái, que mantiene el ATLAS, fueron los astrónomos aficionados Sam Deen y Tony Dunn quienes sugirieron que el objeto tenía naturaleza cometaria porque, bueno, era un cometa.
Los troyanos son dos grupos de asteroides en la ruta orbital de Júpiter que normalmente no muestran signos de actividad (por eso fue emocionante que los astrónomos observaran lo que parecía ser un troyano activo). Pero P/2019 LD2 no es un asteroide troyano, sino un cometa de la familia Júpiter que aún está bajo la influencia gravitacional del gigante gaseoso. Su órbita lo acerca a Júpiter cada pocas décadas. Cuando ocurre, la trayectoria del cometa sufre un reajuste importante que los astrónomos han definido como “caótico”.
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