jueves, 28 de noviembre de 2013

El ENIGMA de la Transformación


Soy una bebida

Cambie una letra y me convierto en un árbol,
Cambie una letra y me convierto en el suelo de su casa,
Cambie una letra y encontrará el camino entre las montañas,
Cambie una letra y podrá beber lo que originalmente fui.

¿Qué era y en que me he transformado?

sábado, 23 de noviembre de 2013

La Ecolocalización

Presente en Aves, quirópteros y cetáceos. Se usa el reflejo de impulsos sonoros emitidos por el propio individuo y con una emisión de pulsos breves para captar el rebote.
·      Aves: Situado dentro del rango de audibles, se usan gritosmuy agudos y en sólo dos géneros: los Steathornis (aves sudamericanas semejantes a los chotacabras) y Callocalia (apodiformes del Sudeste asiático) ambos de costumbres crepusculares y que pasan el día en cuevas. Los pulsos se usan para orientarse y capturar las presas. En Steathornis se dan chasquidos sonoros muy breves de 1 mseg. y trenes de 2-6 de esos chasquidos cada uno separados los trenes entre 1.7 y 4.4 mseg. En Callocalia se dan pulsos más largos con chasquidos entre 3-20 mseg. y siempre en parejas de 3-20 pares por segundo con una frecuencia de KHz más baja. Las aves de tamaño pequeño dan una frecuencia relativa más elevada y una resolución de pulsos más baja que en murciélagos.

·      Quirópteros: Para la localización de obstáculos, presas y se cree que les sirve también para la comunicación intraespecifica. La vida y costumbres son crepusculares y nocturnas y viven en cuevas. Entre los megaquirópteros sólo un gen. Roussettus emite pulsos no siendo de origen laringeno sino por choques laterales de la lengua en la cavidad bucal, emitiendo 7 pares/seg. con alta visión noctuna por lo que serían de apoyo. En los microquirópteros se dan por las cuerdas bucales con esqueletos cartilaginosos mas osificados que en humanos y alta distensibilidad de cuerdas bucales, lo que les permite la emisión siempre en la fase de espiración respiratoria que se asocia al batir de las alas. Los pulsos pueden ser con la boca abierta o con la nariz (para favorecer la direccionalidad de la emisión). Se asocia a un desarrollo característico de los pabellones auditivos, con prolongaciones carnosas (parecido a una segunda oreja) o tragus y que le permite filtrar las longitudes de onda y facilitar la captación de emisiones. La cadena de huesecillos es más ligera y pequeña e implica una cóclea larga. La función es la de detección de obstáculos y localización de presas. La frecuencia del sonido limita el tamaño del obstáculo que se aprovecha en detección de presas, a las mariposas nocturas las ataca por encima pues es allí su zona de sombra y no pueden detectar las ondas del murciélago. Al acercarse pueden distinguir mejor los detalles aumentando la frecuencia de rastreo al volverle el eco más rápido.

·      Cetáceos: Similar al anterior aunque en un medio diferente, el agua, con una velocidad de transmisión elevada pero que obliga a una elevada frecuencia para la longitud de onda similar. Los misticetos presentan una banda muy amplia (infra. audible y ultra) y tanto se usa como sonar para sus viajes como para la comunicación. En los odontocetos (ballenas, delfines, oreas...) la emisión de audibles con no audibles con modulaciones similares a las aves (los gritos o silbidos de comunicación intraespecifica como reclamo sexual, llamada de auxilio y los cantos...). Los odontocetos son capaces de dar distintos tipos de alarma y con una carga social muy fuerte (los delfines se llaman por su nombre y las crías usan variantes de los sonidos-nombre maternos, como si de apellidos se tratara) así como chasquidos de ecolocalización. La emisión de los sonidos está desacoplado de los ciclos respiratorios por adaptaciones al medio acuático. Ellos no presentan orificios nasales sino espiráculos que se asocian a sacos nasales (modificaciones de los laberintos turbinales) y que se usan para la emisión de los pulsos ultrasónicos (sobretodo por el saco vestibular) siendo capaces de comprimirse y conectándose por esfínteres para intercambiar aire y que es la morfología lo que produce los ruidos que son dirigidos por el melón (tejido graso con tejido conectivo fibroso) que sirve de lente acústico al converger las ondas hacia delante. Para la captación no se usan orejas ni pabellones ni es necesaria la amplificación pues la impedancia del agua es similar a la de los tejidos. El maxilar inferior actúa como antena mecánica por ello siempre rastrean con el morro por delante.


      A nivel general la ecolocalización permite determinar la distancia del objeto por medida del tiempo entre emisión y recepción (diferentes tiempos en los medios acá áticos y aéreos), discernir la velocidad del objeto por la frecuencia modular…

Nacho Padró

El carnívoro hombre de neanderthal.

El hombre de neanderthal era un puro carnívoro, según las investigaciones realizadas en la gruta de Marillac en la Charente (Francia). Hasta ahora se pensaba que nuestro antepasado tenía una alimentación basada en carne y vegetales, pero ahora se ha visto que el primero de estos alimentos predomina en su dieta de forma muy clara.
Los análisis se han ealizado con un ingenioso sistema, que ha consistido en estudiar el contenido en estudiar el contenido en ciertos isótopos del colágeno hallado en lso huesos. Así, la transmisión de los isótopos carbono 13 y nitrógeno 15 permite saber si el  hombre de Neanderthal comía vegetales o se alimentaba de animales hebívoros. El contenido en isótopos va aumentando conforme van pasando de las plantas a los hebívoros y de éstos a los carnívoros.
De esta forma, comparando el porcentaje de isótopos hallados en el colágeno de los huesos del hombre de Neanderthal con el porcentaje que contienen las plantas se ha podido saber que los vegetales desempeñaban un papel poco importante en la alimentación del hombre de Neandthal.

Xavier Duran
Ciencia y Tecnologia 
La Vanguardia

jueves, 21 de noviembre de 2013

El EXPERIMENTO del Vaso Insondable

Vamos a intentar meter hasta 20 monedas de 2 centimos en un vaso lleno de agua ¿el agua se desbordará?......





Nacho

El ENIGMA de los Elfos Traviesos

Santa Claus se puso de muy mal humor cuando descubrió que alguien había pegado papel de lija en los esquíes de su trineo. Dos de los elfos dijeron la verdad en la investigación que llevó a descubrir al elfo bromista:
 
Silly: Fue Puk el que lo hizo.
Stump: No, fuí yo.
Pip: No fue Puk.
Puk: Pip miente.
Roly: El culpable sólo pudo ser Stump o Jollly.
Poly: Fue Stump.
Jolly: No fuimos ni Stump ni yo.
Nick: Jolly dice la verdad y tampoco fue Puk.
 

¿Cuál de ellos le gastó tan pesada bromita a Santa Claus?

martes, 19 de noviembre de 2013

La inteligencia: ¿un debate eterno?

Si los genes determinan las capacidades intelectuales, ¿son algunas personas por naturaleza menos listas que otras? Desde hace años, esta pregunta conduce a acalorados debates. La ciencia ha superado la controversia entre herencia y ambiente.
Más de un siglo de investigación no ha logrado descubrir los factores que configuran la inteligencia humana ni calmar el debate en torno a ella en determinados ámbitos. En 2010, una ola de indignación sacudió Alemania. El político y escritor Thilo Sarrazin anunció que el país se volvía cada vez más mentecato. Su discurso señalaba como motivo principal de este fenómeno la tendencia entre los coetáneos con menor capacidad intelectual a engendrar un gran número de hijos, mientras que los ciudadanos listos dedicaban poco tiempo y esfuerzo a procurar descendencia. «Entre los científicos serios [...] hoy en día ya no existe duda alguna de que la inteligencia humana se hereda entre un 50 y 80 por ciento», describía Sarrazin en su superventas Alemania se desintegra. Con frases como esta pretendía argumentar el peligro que acecha al futuro alemán: al mismo tiempo que aumenta el número de bobos, el cociente intelectual (CI) total de la nación se hunde. Y sus consecuentes efectos económicos: los costes sociales solo subirán para la creciente clase baja, puesto que vivirán en gran medida de prestaciones sociales.
Para numerosas personas, las influencias genéticas y los factores ambientales constituyen una contradicción en relación a los factores que determinan las capacidades intelectuales.
Los estudios de genética del comportamiento explican las diferencias estadísticas entre las poblaciones, no de la inteligencia individual.
La epigenética demuestra que la herencia y el ambiente interaccionan de forma compleja.

Investigación y Ciencia

La dispersión de las semillas

Las semillas son los órganos de diseminación de los vegetales. Cada simiente contiene el embrión de la futura planta, sustancias de reserva y una o más cubiertas protectoras. Las semillas se forman después de que se produzca la fecundación en las flores y estas se transformen para dar origen a los frutos. Se denomina diáspora a la unidad funcional de diseminación, sean cuales sean las partes que la integren: una o más semillas, bien acompañadas del fruto (o de una parte de él), o bien unidas a otras estructuras de las flores o inflorescencias.
Existe una gran diversidad morfológica en lo que se refiere a las diásporas, tanto en el tamaño como en la forma y ornamentación de sus cubiertas. Las más pequeñas son las de las orquídeas, con simientes ligeras como partículas de polvo; en el otro extremo hallamos las de algunas palmeras, que pueden pesar hasta 25 kilogramos. Además, una gran variedad de complementos proporcionan ingeniosos mecanismos para desplazar las diásporas a distancias que pueden llegar a ser kilométricas. Especies no relacionadas filogenéticamente pueden presentar la misma estrategia de dispersión, por lo que estas adaptaciones se interpretan como una convergencia evolutiva.
La anemocoria consiste en aprovechar la fuerza del viento para la diseminación. Permite recorrer grandes distancias, pero el resultado es aleatorio y por el camino se pierden numerosas semillas, que caen en ambientes hostiles donde no podrán germinar. Existe una gran variedad de apéndices, como aristas, coronas de pelos y coronas membranáceas, que facilitan la suspensión en el aire y alargan así la distancia recorrida.
La dispersión facilitada por los animales, o zoocoria, es una alternativa más segura que la anterior; como consecuencia, las plantas suelen formar menos diásporas y de mayor tamaño. Los frutos carnosos constituyen la adaptación más conocida en este tipo de diseminación. Los animales los ingieren junto a las semillas, que atraviesan el tubo digestivo sin verse alteradas y son liberadas con los excrementos, lejos de las plantas progenitoras.
Por último, hay un tipo de diseminación que se produce gracias a mecanismos de la propia planta, la autocoria, en la que las semillas son proyectadas como consecuencia de fuerzas internas. El proceso suele guardar relación con las tensiones que genera la desecación de las cubiertas de los frutos y que proporcionan la energía necesaria para lanzar las semillas hacia el exterior.

Roser Guardia
Investigación y Ciencia

El primer asado

Hace casi dos millones de años, nuestros ancestros comenzaron a cocinar alimentos al calor de la lumbre. Según el antropólogo Richard Wrangham, ello nos hizo humanos.
Los humanos podemos considerarnos primates peculiares: poseemos un cerebro de gran tamaño, pero nuestros intestinos y dentadura son relativamente pequeños. El antropólogo de Harvard Richard Wrangham sostiene desde hace tiempo que estos y otros rasgos de nuestra especie se originaron cuando nuestros antepasados comenzaron a cocinar los alimentos. La cocción los ablanda y facilita la digestión, lo que permite asimilar más nutrientes y energía. A diferencia del resto de los animales, el ser humano no puede sobrevivir en estado salvaje alimentándose en exclusiva de carne cruda: «Necesitamos cocinar nuestra comida».
Tras analizar la anatomía de nuestros antepasados, Wrangham cree que Homo erectus aprendió a cocinar con fuego hace 1,8 millones de años. Sus detractores esgrimen que no hay pruebas de que la cocción mejore la digestibilidad, y que los vestigios más antiguos de uso del fuego no son en absoluto tan remotos como él sostiene. Wrangham replica que nuevos hallazgos respaldan sus ideas.

Wong, Kate
Investigación y Ciencia

El perro amistoso colea hacia la derecha

Un movimiento de la cola hacia la derecha denota una actitud positiva; hacia la izquierda, negativa. Este sería el lenguaje «secreto» que utilizan los perros para demostrar su actitud a sus análogos, según un estudio publicado en la revista Current Biology y liderado por Giorgio Vallortigara, de la Universidad de Trento.
La preferencia para un lado u el otro de algunos movimientos y de los comportamientos vinculados a ellos es un fenómeno conocido en muchas especies animales y refleja la asimetría entre los dos hemisferios de su cerebro.
En un estudio anterior, el mismo Vallortigara había demostrado que, en los perros, el coleo hacia la derecha suele estar asociado a situaciones que deberían inducir a un comportamiento de acercamiento, tal como ocurre en presencia de su amo; el movimiento hacia la izquierda, a uno de evitación. Este resultado encaja con la hipótesis de que el primer tipo de conducta está controlado por el lóbulo izquierdo del cerebro y el segundo por el derecho.
A fin de verificar si los perros son conscientes de dicha relación, Vallortigara y sus colaboradores han analizado el comportamiento en el movimiento de la cola de 43 mascotas de diferentes razas que observaban imágenes de sus análogos. El análisis de sus reacciones ha demostrado que los perros manifestaban síntomas de ansia o relajación cuando coleaban principalmente hacia la izquierda o la derecha, respectivamente. Finalmente, cuando no movían la cola, exhibían muestras de nerviosismo, debido a la inmovilidad del perro representado en la imagen.
Según los autores del estudio, es a través de este comportamiento que una mascota interpreta la actitud de otro perro. «La asimetría puede tener un valor comunicativo, pues constituye un indicio de una conducta agresiva o amistosa», afirma Vallortigara. Con todo, afirma que «esto no implica necesariamente que el movimiento de la cola represente un gesto de comunicación».
En concreto, el meneo hacia un lado más que hacia el otro podría ser un efecto secundario de la lateralización de las respuestas emocionales en el cerebro de los perros. Por esa razón, «el animal podría notar más las señales de la cola que aparecen en la región izquierda de su campo visual, por lo que, en ese caso, el observador percibiría mayoritariamente una actitud amigable», concluye el investigador.
El estudio del vínculo entre la asimetría del cerebro y el comportamiento social podría resultar muy útil tanto en la práctica veterinaria como en el adestramiento de los animales.
Más información en Current Biology.

¿Sienten dolor los peces?

Cualquiera que haya ido a pescar debería responder afirmativamente. Y sin embargo, la gran mayoría de los pescadores británicos y norteamericanos opinan lo contrario. Es más, existe algún investigador que niega la capacidad de los peces para sentir el dolor, debido a la ausencia de neocórtex en su cerebro. Por ello, hace unos años, la británica Victoria Braithwaite inició un programa de investigación destinado a comprender los mecanismos del dolor en los peces. Explica los resultados de sus experimentos en Do fish feel pain?, publicado por Oxford University Press en 2010.      Los resultados de su investigación han sido tan concluyentes como esperables. Los peces disponen de nocioceptores, procesan las sensaciones dolorosas de forma compleja y su comportamiento se ve alterado por el dolor. Es decir, los peces son capaces de sentir el dolor físico. Pero no sólo ellos. Lo mismo sucede con los cangrejos, los langostinos, las sepias y los pulpos, como han demostrado experimentalmente otros investigadores durante la última década.
     En realidad, no hay nada extraño en ello, pues el dolor constituye la base sobre la cual los animales desarrollan el miedo, gracias al cual aprender a evitar el peligro. La presión selectiva para desarrollar órganos capaces de detectar las amenazas externas y de modificar nuestro comportamiento de acuerdo con esos estímulos es muy intensa y seguramente encontraremos la capacidad de percibir en dolor en todos los animales. Otra cosa es que seamos capaces de desarrollar experimentos que nos permitan medir el dolor en una anémona de mar o un nematodo, pero sus respuestas ante condiciones adversas sugieren su probable existencia, a falta de experimentos concluyentes.
     Braithwaite se halla claramente comprometida con el movimiento en pro del bienestar animal, pero es muy cauta a la hora de extrapolar los resultados de sus estudios. A lo largo del libro insiste, una y otra vez, en que todavía no sabemos lo suficiente como para prohibir la modalidad de pesca recreativa denominada captura y pesca, como se ha hecho en Alemania, o imponer determinados sistemas de sacrificio en la industria de la acuicultura o en la pesca comercial. En realidad, y a pesar de su trabajo, tiene serias dudas sobre la capacidad de la ciencia para orientarnos sobre cómo responder ante el dolor de los peces. En consecuencia, aboga por dejar el tema en manos de los expertos en bioética, es decir, de la filosofía.
     Porque el problema real no es si los peces sienten dolor, sino si debe importarnos. Cada día, millones de sardinas y anchoas mueren dolorosamente al ser tragadas por merluzas en diferentes partes del mundo, por no hablar de los aterrorizados arenques del Pacífico engullidos en masa por las ballenas jorobadas frente a las costas de Alaska y los atunes descuartizados por marrajos y tiburones blancos en el Atlántico. Simultáneamente, millones de peces mueren atrapados en aparejos de pesca, generalmente de forma dolorosa. ¿Existe alguna diferencia entre todas estas muertes? Hace un siglo los guardias forestales de los Estados Unidos perseguían a lobos y pumas para aliviar el sufrimiento de los ciervos, pero hoy nadie en su sano juicio propone exterminar a las merluzas, las ballenas jorobadas o los tiburones para acabar con el sufrimiento de sus presas. Y si embargo, hay voces que empiezan a cuestionar la ética de la pesca, especialmente de la recreativa.
     Resulta difícil decir si sufren menos las sardinas en la boca de una merluza que en el copo de un cerquero, pero tampoco es relevante para el debate, porque en realidad éste no gira en torno al sufrimiento animal, sino en torno a la ética. Se trata de un debate puramente filosófico, al que la ciencia poco puede contribuir, ya que los datos científicos tanto puede usarse para argumentar que sólo los humanos merecen nuestra empatía como para argumentar que ésta debe ser universal, al hallarse emparentados todos los animales. Y basarnos en el grado de complejidad del sistema nervioso no resulta de utilidad, pues entre el de un cangrejo y el de una planaria, por ejemplo, no existen grandes diferencias aparentes. Con la información morfológica disponible, el resultado esperable de un programa de investigación en este sentido nos indicaría que, efectivamente, todos los animales pueden sufrir, o al menos todo aquellos con los que interactuamos de forma habitual, de los mamíferos a los insectos. ¿Debemos extender entonces el concepto de bienestar animal a los pulgones y las orugas que matamos al limpiar las lechugas? La respuesta obvia es que no, a menos que abracemos todos el jainismo.
     Una forma de reorientar el debate es centrarlo no en la capacidad de los animales para sentir dolor, sino en los motivos para causárselo. En la pesca comercial y en la mayor parte de los tipos de pesca recreativa, el animal sufre como consecuencia directa del proceso de captura, pero su sufrimiento no es el objetivo del pescador. Podemos buscar formas de minimizar ese dolor, pero la actividad en sí no resulta cuestionada si aceptamos la necesidad de comer pescado y de matar a los peces antes de comérnoslos. En cambio, en las peleas de gallos, el sufrimiento de los animales desempeña un papel central, pues para que uno gane, el otro ha de sufrir. Buscar el modo de reducir el dolor de los gallos durante las peleas no tiene sentido, como tampoco lo tiene prohibir las apuestas o el consumo de alcohol por parte de los asistentes. Todo eso forma parte de la esencia de las peleas de gallos, que despojadas de la sangre, el dolor, el humo, el sudor humano y las apuntas quedan desvirtuadas. Por ello, las peleas de gallos están prohibidas en todos los países desarrollados, mientras la pesca sigue siendo legal.
     Sin embargo, la realidad siempre presenta aristas. La captura y suelta es una modalidad de pesca que cruza peligrosamente la línea anterior. La mayor parte de los peces capturados con anzuelo a poca profundidad sobreviven a la captura si se liberan con cuidad. En consecuencia, la captura y suelta tiene un bajo impacto demográfico sobre las poblaciones. Sin embargo, su objetivo no es matar al pez para comérselo, sino luchar con él para luego soltarlo y poder pescarlo nuevamente en el futuro. Capturar un pez para comérselo puede entenderse como algo natural y resulta aceptable para la mayor parte de la gente. Ahora bien, si el objetivo de la pesca se reduce a notar el tirón y la lucha del animal por liberarse, entonces la captura y suelta se halla a un nivel similar al de las peleas de gallos. Obviamente, el pez sufre lo mismo si al final lo mato, pero entonces su sufrimiento deja de constituir el elemento central en la actividad. Debo reconocer que la primera vez que leí este razonamiento, hace ya años, me chocó, pero ahora lo encuentro acertado. De todos modos, prohibir la captura y suelta, como en Alemania, implica poner multas a alguien por soltar el pez que acaba de pescar, lo que no deja de tener un punto surrealista.
     Un último apunte sobre este tema. Como la propia Braithwaite reconoce en el libro, los pescadores aficionados a la  captura y suelta han jugado un papel muy importante en la conservación de las aguas continentales y el impacto demográfico de esta modalidad sobre las poblaciones de peces es muy inferior al de la pesca con muerte. En España, por ejemplo, la Asociación para el estudio y mejora de los salmónidos-Ríos con vida, promotora de la pesca con mosca y la captura y suelta, recibió hace años varios premios por su contribución a la conservación del medio ambiente, algo que seguramente debió provocar náuseas a los defensores del bienestar animal ¿Cuál es entonces la respuesta correcta? Para mí, lo importante es la preservación de las especies, de la vida salvaje en su conjunto y no de cada ejemplar asilado. A partir de ahí, es cuestión de gustos.

Luis Cardona Pascual

Bibliografía
Braithwaite, V. 2010. Do fish feel pain? OxfordUniversity Press
Helfman, G., 2007. Fish conservation: a guide to understanding and restoring global aquatic biodiversity and fishery resources. Island Press.

domingo, 17 de noviembre de 2013

La Evolución de los Ultrasonidos:

A pesar de que se basan en los mismos mecanismos de proyección que los sonidos audibles, presentan unas características particulares: una baja frecuencia y longitud de onda que provocan su direccionalidad por lo que aumenta el grado de enfoque y su facilidad a reflejarse siendo más fáciles de interferir y además no todos los animales pueden emitir ultrasonidos con valor informativo (lepidópteros, insectívoros, quirópteros y cetáceos).
Existe una relación frecuencia/velocidad que diferencia las particularidades entre los ultrasonidos del aire y del agua (en el agua la velocidad es 4.5 veces la del aire y el periodo presenta una elevada longitud de onda). Hay tres niveles:
1.  Intraespecie: entre organismos de la mima especie, como es el caso de la comunicación social de los micromamiferos donde destaca la relación madre-cría que varia con la edad: de 0-4 días al ser las crías heterotermas permiten a la madre salir a menos que emitan sonidos de alta frecuencia ante hambre o frío, de 5-6 a 8-10 días comienzan a regularse pero con bajo control y teniendo los gritos más agudos y hasta los 20 días que los ultrasonidos son de frecuencia más baja al ser ya homeotermos. También se usan para intercambios de información erótico-sexual de los machos que muestran hacia las hembras al provocarles a las activas sexualmente una inhibición de la agresividad natural y también para el establecimiento de jerarquías sociales....
2.  Interespecifica: Entre diferentes especies transfiriendo señales. Caso de Arctia-murciélago. La polilla nocturna ante la captación de sonar del murciélago produce una emisión ultrasónica para desorientar al murciélago o darle falsas informaciones sobre ellas. Otras polillas al captar el sonar se dejan caer a plomo si están cerca o bien varían rápidamente la dirección del vuelo. Para saber la localización del emisor se usan la posición de la alas, pues según su posición se facilita más la escucha de un lado que de otro.

3.  Autocomunicación: Cuando emisor y receptor son los mismos. En musarañas hay datos que apuntan a una emisión de ultrasonidos para ecolocalización,

Nacho Padró

sábado, 16 de noviembre de 2013

LA Acústica en las Aves


Se trabaja con sonogramas (gráficas Hz-tiempo) y se habla de Notas (sonidos breves), silabas (conjunto de notas) y frases o trino (modelo estereotipado y repetido de diferentes sílabas y que es innato aunque con variantes locales). Los gritos corresponden a notas muy altas de estructura más simple (típico en señales de alarma).
En el canto intervienen los músculos esternotraqueales y la sininge (hueca) que coincide con ramificaciones de los bronquios perforados y con una fina membrana timpaniforme que por efecto de la relajación de los músculos traqueales y la contracción del músculo estenotraqueal provoca el ascenso de la sininge y la deformación de la membrana timpánica y que al entrar el aire se produce turbulencias y sonidos. Hay especies con aprendizaje y otras que presentan el canto como situación innata. El patrón de aprendizaje (canarios, jilgueros) requiere de dos factores: un modelo de Canción (escucha el canto característico de parentales) y una retroalimentación que permite comparar las señales de un individuo con un patrón general.
El factor que interviene en la habituación del canto es por vinculación a la reproducción, pues es necesario llegar a la maduración sexual para que por efecto del fotoperiodo y el desarrollo gonadal se den las condiciones para el canto. Las hormonas sexuales provocan el desarrollo en el SNC de unos centros de ciclo anual asociados a las épocas de reproducción (las zonas neocenter de activación del canto y los núcleos de base de la activación de la memoria). Así en los primeros meses se da una Canción plástica (se inventan canciones cada uno para ellos, en canarios, con unos centros poco desarrollados) que una vez establecidas quedan fijas durante ese periodo reproductor al tener los centros desarrollados, al pasar el verano, los centros se regresionan dando una nueva canción plástica y así cíclicamente para cada época de reproducción.
Las aves de mejor canción poseen una mayor puesta y la mantienen durante la época de cría para intensificar los cuidados a la cría o potenciar la unión de pareja (se forman duetos). El canto también se usa como señal territorial para evitar conflictos. Las características del contenido del mensaje son:
    Identificación: Da información para reconocerse a nivel de especie, de misma especie pero de diferente área geográfica o de determinado individuo.
   Redundancia: Se repite incluso para eliminar la interferencia.
  Equilibrio en el contenido: según las especies, el contenido posee estereotipos que permiten la identificación, determinar el grado de variación para evitar la monotonía y reforzar los vínculos.
  Imitaciones: Cada canto posee un patrón para facilitar el aprendizaje de los jóvenes, existiendo alguna especies de aves (alcaudón, carricero políglota) que pueden imitar a otras.

Nacho Padró