Hace poco más de dos años, un comunicado de prensa del antiguo Instituto Francés del Petróleo, ahora IFP Nuevas Energías, causó cierto revuelo mediático en el mundo de la divulgación científica: se había descubierto que el hidrógeno no se emite únicamente en determinadas cadenas montañosas y en el fondo de los océanos —como ya se sabía desde la década de los setenta gracias a los estudios del Instituto Francés de Investigación para la Explotación del Mar—, sino también en medio de los continentes. Además, se habían hallado yacimientos de este gas combustible de forma casual, sin haberlos buscado, por lo que la búsqueda intencionada de otros yacimientos se vislumbraba como una apuesta prometedora. De hecho, nuestras investigaciones en colaboración con un equipo ruso indican que los continentes podrían estar plagados de puntos donde el hidrógeno escapa del suelo.
¿Hidrógeno gaseoso que abunda en la Tierra sin haberlo fabricado? De ser así, podría producirse una conmoción en el sector energético. No todos los días se da a conocer una nueva fuente de energía, y un descubrimiento de esa índole pone en un aprieto a quienes toman las decisiones. Emprender grandes programas de investigación y desarrollo sobre una cuestión inexplorada, como es el caso del hidrógeno natural, conlleva un riesgo: el éxito no está asegurado (aunque, si conociéramos de antemano el resultado final de un programa de investigación antes de lanzarlo, la investigación no existiría). Por otra parte, tras casi dos siglos dependiendo de los combustibles fósiles (carbón y petróleo), considerar nuevas estructuras técnicas y sociales para integrar en ellas el hidrógeno natural supone todo un reto. Es más fácil explotar otras fuentes de energía, como la solar o la eólica, empleando la tecnología actual, como paneles fotovoltaicos y aerogeneradores.
El hidrógeno al que aquí se hace referencia es el compuesto gaseoso H2, más correctamente denominado dihidrógeno, cuyas moléculas se componen de dos átomos de hidrógeno, el elemento más abundante del universo. Con el descubrimiento de yacimientos de hidrógeno, ¿cabe esperar un mejor futuro energético para la humanidad? En el presente artículo trataremos de examinar la cuestión. Pero debe tenerse en cuenta que, si no nos comprometemos a investigar con el fin de ampliar nuestros conocimientos, el hidrógeno no gozará nunca de la oportunidad de convertirse en una fuente de energía significativa.
En primer lugar, debe señalarse que el mercado actual del hidrógeno industrial es más importante de lo que imaginamos: su facturación supera los 100.000 millones de dólares al año en todo el mundo. El volumen de hidrógeno que consumimos, principalmente en las refinerías y en la industria del amoniaco, equivale aproximadamente al 22 por ciento del consumo de «gas natural» (término con que se designa, de forma simplificada y abusiva, el metano extraído del subsuelo).
En síntesis
El hidrógeno usado en la actualidad con fines energéticos debe producirse con anterioridad a partir de hidrocarburos o por electrólisis del agua, por lo que no constituye una fuente de energía.
Durante los últimos años se han descubierto emisiones de hidrógeno natural en varias regiones continentales. Tales zonas, que presentan flujos considerables de gas, podrían abundar en el planeta.
A diferencia de las fuentes oceánicas, el hidrógeno continental podría aprovecharse con facilidad. Con todo, aún es necesario realizar más estudios para evaluar su posible explotación industrial.
Deville y Prinzhofer para Investigación & Ciencia
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Quin és el teu Super-Comentari?