Desde 2009, el telescopio espacial Kepler, de la NASA, ha descubierto más de mil planetas al cazarlos en el momento en que, vistos desde la Tierra, pasan por delante de su estrella. Ahora, un estudio ha propuesto darle la vuelta a la idea para buscar civilizaciones alienígenas y, en su caso, comunicarse con ellas.
René Heller, astrónomo del Instituto Max Planck para la Investigación del Sistema Solar de Gotinga, cree que la búsqueda de vida extraterrestre inteligente debería dirigirse hacia aquellos planetas desde los cuales la Tierra pueda verse pasando por delante del Sol. Al estudiar esos eclipses, conocidos en jerga técnica como tránsitos planetarios, otras civilizaciones podrían haber descubierto que nuestro planeta tiene una atmósfera cuya composición química ha sido alterada por la presencia de vida. «Tendrían buenas razones para querer contactar con nosotros, ya que nos identificarían con un planeta habitado», razona Heller.
En un trabajo que aparecerá publicado en el número de abril de la revista Astrobiology, Heller y Ralph Pudritz, astrónomo de la Universidad McMaster en Hamilton, calculan que, en una distancia de 1000 pársecs (3260 años luz), debería de haber unas 10.000 estrellas con capacidad para albergar mundos con tales características. Los investigadores abogan por que las futuras búsquedas de vida inteligente, como el proyecto Breakthrough Listen (un programa de 100 millones de dólares anunciado hace poco por el filántropo ruso Yuri Milner), se centren en tales estrellas, situadas en la región que resulta de extender el plano del sistema solar hacia nuestro entorno galáctico. Por ahora, el proyecto Breakthrough Listen no tiene previsto estudiar esa región del espacio, sino el centro y el plano galácticos, así como en otras franjas del cielo.
La idea de fijarse en aquellos mundos desde los que la Tierra pueda verse transitando por delante del Sol se remonta al menos a los años ochenta del pasado siglo. Ahora, sin embargo, los hallazgos del telescopio Kepler permiten reconsiderar la idea con más detalle, apunta Heller.
Más poblada de lo que parece
La zona del espacio desde la que la que la Tierra podría verse transitando por delante del Sol conforma un disco relativamente estrecho. Dicho disco resulta más fino aún si se restringe a aquellas posiciones desde las que nuestro planeta se vería pasar por delante del Sol a una distancia de su centro inferior a la mitad del radio aparente de la estrella. Tales condiciones deberían asegurar un tránsito fácil de estudiar para una civilización extraterrestre que dispusiera de un instrumento como Kepler.
En dicha zona, y a una distancia de 1000 pársecs o menos, Heller y Pudritz han hallado por el momento un total de 82 estrellas similares al Sol. La cifra procede de los datos obtenidos en su día por el satélite Hipparcos, un antiguo proyecto de la ESA. Sin embargo, los astrónomos aún no han descubierto todas las estrellas localizadas en la región. Al extrapolar los datos disponibles, Heller y Pudritz auguran que esta debería contener unas 10.000 estrellas. Heller sostiene que, si esos astros albergasen planetas y si en alguno de ellos habitase una civilización extraterrestre, hace tiempo que esta podría habernos localizado y comenzado a enviarnos señales.
De los astros conocidos en esa zona del espacio, uno de los más cercanos es la estrella de Van Maanen, una enana blanca (una estrella muerta) situada a tan solo 4 pársecs de distancia. Dicho astro podría tener o no planetas orbitando a su alrededor; pero, en caso de tenerlos, serían sin duda un lugar de primera fila para estudiar la Tierra. «Si una civilización hubiese sobrevivido a la muerte de la estrella, podrían vernos transitando nuestro propio Sol», apunta Heller.
En 2010, la Batería de Telescopios Allen, en Carolina del Norte, estuvo buscando durante cuatro días señales procedentes de la zona del espacio directamente opuesta al Sol, explica Seth Shostak, astrónomo del instituto SETI, un centro de Mountain View dedicado a la búsqueda de inteligencia extraterrestre. El objetivo de aquel rastreo era comprobar si una civilización alienígena podría estar enviando señales que llegasen a nuestro planeta en los momentos en que, para sus habitantes, la Tierra cruzase por delante del Sol. Pero aquella búsqueda resultó infructuosa, y por ahora no hay planes de retomarla. «Por desgracia, hay más buenas ideas para los experimentos de SETI que investigadores disponibles para llevarlas a cabo», comenta Andrew Siemion, astrónomo de la Universidad de California en Berkeley.
Heller calcula que, de aquí a unos cinco años, el satélite Gaia, de la ESA, debería haber localizado la mayor parte de las estrellas situadas en la zona en cuestión. Hasta entonces, él y Pudritz planean usar los datos de la misión K2, la prórroga de la misión Kepler, para buscar planetas en esa región del espacio y, con ello, posibles civilizaciones alienígenas que nos estén observando.
El artículo técnico ha sido aceptado para su publicación en la revista Astrobiology. Una versión preliminar se encuentra disponible en el repositorio arXiv.
—Alexandra Witze / Nature News para IyC
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