La sociobiología, disciplina surgida en Estados
Unidos en la década de los setenta del siglo XX, afirma que conductas
humanas como la violencia o el altruismo se hallan controladas por
genes. La idea ha suscitado, y todavía lo hace hoy, fuertes críticas
Desde que se conoce la existencia de los genes y
su papel en la evolución, la cuestión de si la cultura está determinada
genéticamente ha centrado numerosos debates. Si bien se acepta la existencia de
una coevolución de genes y cultura, no hay acuerdo en los mecanismos de esta
relación.
La sociobiología, según la cual el comportamiento
social humano está determinado por la biología, propone una coevolución guiada
por los genes. Prácticas violentas como la guerra responderían a ventajas
adaptativas.
Para la sociología y la antropología, en cambio,
habría que buscar las raíces de la agresividad y los comportamientos no
igualitarios en factores históricos y culturales.
El pasado 22 de febrero, el antropólogo
estadounidense Marshall Sahlins anunció su dimisión de la Academia Americana de
Ciencias debido a la elección, en la misma institución, de otro antropólogo,
Napoleon Chagnon. Sahlins siempre se ha opuesto a las tesis de este autor de
superventas, especialista en los yanomamö de la Amazonía. Al propio tiempo,
Chagnon publicaba un nuevo libro titulado Noble savages («Nobles
salvajes»), en el
que volvía a las tesis provocadoras que lo hicieron famoso, haciéndose pasar
por víctima de críticas injustas por parte de la «feroz tribu de los
antropólogos». Se desató entonces un vivo debate entre los antropólogos
estadounidenses. De hecho, este argumento ad hominem esconde sobre todo
un importante reto científico: el reconocimiento académico de una corriente
controvertida aparecida en los años setenta, la sociobiología, que trata de
explicar la cultura por los genes y que tiene en Chagnon a uno de sus líderes
actuales [véase «Napoleon Chagnon: Un antropólogo
controvertido», por Kate Wong; Investigación y Ciencia, mayo de 2001].
En los medios de comunicación estadounidenses,
Chagnon se mueve fácilmente como un moderno Indiana Jones que se ha enfrentado
a los peligros de la selva amazónica para escribir una monografía, Yanomamö:
The fierce people («Los yanomamö: Un pueblo fiero», 1968), con un millón de
ejemplares vendidos. En el ámbito científico, son sus ideas sociobiológicas las
que provocan discordia: ¿justificarían la guerra por la biología? En 1988, en
la revista Science describió que entre los yanomamö, cualquier hombre
que hubiese matado a otro hombre (cualquier unokai) tendría una ventaja
adaptativa sobre los no unokai. Chagnon intenta establecer que la
violencia corresponde a un elemento de adaptación para la especie humana, un
carácter genético seleccionado a lo largo de la evolución. Según él, hay dos
tipos de competencia entre individuos: una somática (que depende de la
capacidad física individual para sobrevivir) y otra reproductiva (relacionada
con la descendencia engendrada). Un unokai saldría vencedor en ambos
terrenos: en el somático, él y su núcleo familiar son menos atacados por otros,
debido al efecto disuasorio que produce su ferocidad aparente; en el
reproductivo, el unokai genera de promedio tres veces más hijos que los
que nunca han matado (4,91 hijos frente a 1,59).
Meyran, Régis
Investigación & Ciencia
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