en 1919, los estudiantes de Estados Unidos podían leer esto en sus libros de historia: "En la época de Colón la gente pensaba que la Tierra era plana y que el océano Atlántico estaba habitado por monstruos tan grandes que podían devorar una nave entera. Colón tuvo que combatir estas creencias, pues estaba seguro de que la Tierra era una esfera".
Si se quería inculcar la idea de que la Edad Media fue una época de atraso cultural y superstición, que sólo llegó a su fin con los héroes de la modernidad, no se podía haber encontrado un ejemplo mejor. Y lo cierto es que ha seguido circulando. En la década de 1980 aún se encontraba en libros de texto norteamericanos, y una obra divulgativa de Daniel Boorstin muy leída en esos mismos años, Los descubridores, dedicaba todo un capítulo al "retorno de la Tierra plana" en la Edad Media.
Hoy sabemos que nada de esto es cierto. En la Edad Media se sabía perfectamente que la Tierra era una esfera, y si Colón tuvo muchos opositores a su viaje ninguno lo fue por creer en una Tierra plana. Si la Tierra plana es un mito, también lo es que en la Edad Media se creyera en esa idea. La pregunta que entonces se plantea es cuándo y cómo surgió esta falsa idea sobre la Edad Media.
En 1919, los estudiantes de Estados Unidos podían leer en sus libros de historia que "en la época de Colón la gente pensaba que la Tierra era plana"
LEGADO DE GRECIA
Es sabido que en la Antigüedad no había dudas sobre la esfericidad de la Tierra. Ya en el siglo IV a.C. se rechazaba la idea de una Tierra plana basándose en pruebas empíricas, como el hecho de que el firmamento cambiase y apareciesen nuevas estrellas a medida que el hombre se desplazaba sobre su superficie.
En la Edad Media, Aristóteles fue una autoridad incuestionable, al igual que el geógrafo Ptolomeo, su seguidor, y ambos mantenían que la Tierra era esférica. Por ello, autores cristianos como san Agustín en el siglo V, Isidoro de Sevilla y Beda el Venerable en el siglo VII o Tomás de Aquino en el XIII afirmaron sin lugar a dudas que la Tierra era una esfera.
Es cierto que algunos autores se apartaron de esta línea. A principios del siglo IV, el romano Lactancio se burlaba de la creencia en los antípodas, los habitantes del hemisferio sur; sería como imaginar a gente que "camina con los pies en el aire y la cabeza debajo".
Por su parte, en el siglo VI, el sirio Cosmas Indicopleustes refutó la cosmología de Ptolomeo a partir de una interpretación literal de la Biblia, según la cual la Tierra no sólo era plana, sino que tenía la forma rectangular del tabernáculo que albergaba el Arca de la Alianza de los israelitas en tiempos de Moisés. Sin embargo, éstos fueron planteamientos aislados y no ejercieron gran influencia en su época, sobre todo el de Cosmas, un autor que cayó enseguida en un completo olvido (su obra, escrita en griego, no fue traducida al latín hasta el siglo XVIII).
En los siglos XVI y XVII, los geógrafos y astrónomos repudiaron muchas ideas heredadas de la Edad Media para construir una nueva visión del mundo, la del Renacimiento. Sin embargo, el centro de la polémica fue la localización de la Tierra en el universo, no la tesis de la Tierra plana, que nadie defendía. Tampoco la Iglesia. De hecho, Galileo fue acusado de herejía por sostener que la Tierra se mueve alrededor del Sol, negando así el sistema ptolemaico, es decir, la doctrina oficial de la Iglesia, según la cual la Tierra es una esfera inmóvil rodeada por otros cuerpos celestes esféricos que giran a su alrededor. Incluso en el siglo XVIII, cuando los filósofos ilustrados acentuaron las denuncias de las "imposturas supersticiosas" propias de la Edad Media, nadie incluyó entre ellas la creencia en la Tierra plana.
IRWING Y EL TERRAPLANISMO
Esta acusación sólo empezó a circular en el siglo XIX. El primero en lanzarla con éxito fue el escritor norteamericano Washington Irving. En su biografía de Colón, publicada en 1828, narró de forma dramática la conferencia de Salamanca, en la que Colón expuso su proyecto de viaje ante sabios españoles presididos por Hernando de Talavera, arzobispo de Granada.
Según Irving, los eruditos hispanos alegaron la autoridad de la Biblia para oponerse a Colón diciendo que la Tierra no era una esfera: "Argüían que se dice en los Salmos que están los cielos extendidos como un cuero, esto es, como la cubierta de una tienda de campaña; y añadían que san Pablo compara los cielos a un tabernáculo, de donde inferían que debería ésta ser plana. Colón, que era sinceramente cristiano, temió ser acusado no ya de error, sino de heterodoxia".
En realidad, el biógrafo norteamericano imaginó un choque dialéctico que nunca se produjo en esos términos. Los miembros de la comisión eran plenamente conscientes de que la Tierra era una esfera e incluso conocían aproximadamente sus dimensiones; lo único que señalaban era que Asia, el objetivo del viaje colombino, estaba demasiado lejos para hacer un viaje sin etapas. En ningún momento fundamentaron su oposición al viaje en la autoridad de la Biblia.
El libro de Irving tuvo un enorme éxito, y la escena de la junta de Salamanca, en particular, ejerció una fascinación irresistible, pese a que hubo historiadores que señalaron que era una fantasía y el propio Irving declaró que sólo una minoría sostenía que la Tierra era plana, en contra de las ideas de Colón.
TRIUNFO DE LA TESIS
A partir de Irving, otros autores abundaron en el supuesto del "terraplanismo"medieval. En 1834, el helenista francés Jean-Antoine Letronne aseguraba que "las teorías de la Tierra plana dominaron hasta el tiempo de Colón y Magallanes e incluso después, hasta que los descubrimientos de Kepler, Huygens y Newton borraron estas ideas infantiles que los teólogos habían defendido como ortodoxas".
En 1876, el químico norteamericano John William Draper declaraba en La historia del conflicto entre la religión y la ciencia: "El gran problema de la forma terrestre fue resuelto por tres navegantes: Colón, Da Gama y Magallanes". Y en 1894, el historiador Andrew White sostuvo: "Incluso después de que el viaje de Colón reforzase la idea de la esfericidad de la Tierra, la Iglesia aún estaba convencida de que la Tierra era un disco plano".
La idea del terraplanismo medieval se extendió a partir de la obra de Irwing
Para defender sus tesis, estos autores destacaron los testimonios de Lactancio y Cosmas, considerándolos como plenamente representativos de las ideas dominantes en la Edad Media. De esta forma, la creencia (o, mejor dicho, la calumnia) de que el Medievo vivía en una Tierra plana se convirtió en una historia apetitosa, que arraigó en el imaginario popular como la enésima prueba del oscurantismo medieval. Injustamente, porque en la Edad Media la Tierra era redonda.