martes, 29 de enero de 2013

Electrodos para conexiones duraderas con neuronas individuales

Se ha conseguido desarrollar un electrodo delgado y flexible que es diez veces más pequeño que el competidor más cercano y que podría, finalmente, hacer posibles las mediciones a largo plazo de la actividad neural.

Este tipo de tecnología podría usarse para el envío de señales a miembros protésicos evitando la inflamación que causan los electrodos más grandes y que dañan tanto al cerebro como a los electrodos mismos.

El problema principal que tienen las neuronas con los electrodos es que son muy malos vecinos. Además de que son enormes comparados con las neuronas, los electrodos son demasiado rígidos y tienden a rozar indebidamente a las células cercanas. Las células inmunitarias residentes detectan al intruso y lo atacan causando una inflamación del tejido cerebral y bloqueando la comunicación entre el electrodo y las células.

El nuevo electrodo ha sido desarrollado en la Universidad de Michigan, Estados Unidos, por los equipos del profesor de ingeniería biomédica Daryl Kipke, el profesor de ingeniería química Joerg Lahann, y Nicholas Kotov, que es el titular de la cátedra Joseph B. y Florence V. Cejka de Ingeniería.

El nuevo electrodo es, en comparación con sus predecesores, menos molesto y hasta amigable. El electrodo es una hebra de fibra de carbono altamente conductiva, recubierta con plástico para bloquear las señales de otras neuronas. La almohadilla de gel conductor en su extremo se acomoda a las membranas blandas de las células, y esta conexión estrecha hace que las señales de las células cerebrales se perciban con más claridad.

Es un enorme paso adelante”, valora Kotov. “El electrodo tiene un diámetro de aproximadamente siete micrones, esto es 0,007 milímetros, y su competidor más cercano mide de 25 a 100 micrones
El nuevo electrodo permite conexiones duraderas con neuronas individuales.

El gel, incluso, habla el lenguaje de la célula, destaca el investigador. Los impulsos eléctricos viajan por el cerebro mediante movimientos de iones, o átomos con cargas eléctricas, y las señales se mueven a través del gel de la misma manera. Del otro lado, la fibra de carbono responde a los iones moviendo electrones que traducen eficazmente la señal del cerebro al lenguaje de los artefactos electrónicos.

Para demostrar cuán bien el electrodo escucha en las neuronas reales, el equipo de Kipke lo implantó en los cerebros de ratas. El estrecho perfil del electrodo permite enfocarlo a una sola neurona, y el equipo vio esto en las señales eléctricas bien definidas que vinieron a través de la fibra. No recibieron un vocerío de múltiples neuronas en conversación. Además de captar las señales específicas que se envían a las prótesis, la escucha de neuronas individuales podría descifrar muchos de los principales misterios del cerebro.

Dado que estos artefactos son tan pequeños, podemos combinarlos con las técnicas ópticas emergentes para observar visualmente qué hacen las células en el cerebro mientras se escuchan sus señales eléctricas”, explica Takashi Kozai, quien encabezó el proyecto como estudiante en el laboratorio de Kipke y desde entonces ha obtenido su doctorado. “Esto revelará nuevos conocimientos acerca de cómo funciona el cerebro a escala celular y de red”.

Kipke enfatiza que el electrodo que el equipo probó no es un artefacto listo para la fase de ensayos clínicos, pero sí demuestra que los esfuerzos para reducir los electrodos al tamaño de las células cerebrales están dando resultado.

Los resultados indican, claramente, que la creación de conjuntos de electrodos es factible en estas dimensiones tan pequeñas como una senda viable para la fabricación de artefactos más duraderos”, explica.

A fin de escuchar a una neurona por un período prolongado, o para ayudar a que las personas controlen una prótesis tal como lo hacen con un miembro natural, los electrodos tienen que ser capaces de sobrevivir durante años en el cerebro sin que causen daños significativos. Con solo seis semanas de pruebas, el equipo no puede aún afirmar con seguridad cómo operarán los electrodos a largo plazo, pero los resultados son prometedores.

Típicamente vimos una cima de la respuesta de inmunidad en unas dos semanas y luego un aplacamiento hacia la tercera semana, en tanto que para la sexta semana se había estabilizado”, indica Kotov. “Esa estabilización es la observación importante”.

Las neuronas y el sistema inmunitario de las ratas se acostumbraron a los electrodos y esto denota que los invasores electrónicos podrían quedarse en el cerebro durante un largo tiempo.

Si bien no veremos pronto en el mercado los brazos biónicos o trajes al estilo del usado por el Hombre de Hierro, Kipke sí expresa su optimismo en el sentido de que los artefactos protésicos podrían empezar a enlazarse con el cerebro en una década más o menos. (Fuente: U. Michigan)


La Partícula de Déu

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