Investigadores europeos
han analizado la presencia de bacterias y componentes orgánicos en
nubes de tormenta a través de grandes piezas de granizo procedentes de
ellas, y han descubierto que existe gran diversidad
microbiana en este hábitat extremo. La investigación se publica esta
semana en la revista PLOS ONE.
Tina Šantl Temkiv, que
ha participado en el trabajo, explica a SINC que los tipos más comunes
de nubes “ya habían sido estudiados previamente, pero las nubes de
tormenta, con corrientes de aire muy violentas,
son prácticamente inaccesibles para la toma directa de muestras”.
Los autores han
analizado el granizo recogido después de una tormenta ocurrida en mayo
de 2009 y han encontrado varias especies de bacterias típicas de la
superficie de las plantas. También han hallado bacterias
procedentes del suelo, pero en menor medida.
Condiciones extremas
Esto se debe, según
Šantl Temkiv, a que normalmente “las bacterias procedentes de plantas se
enfrentan a condiciones más extremas, similares a las que tienen que
hacer frente en la atmósfera”.
Los autores han analizado el granizo de una tormenta ocurrida en mayo de 2009
Según los
investigadores, este enriquecimiento selectivo de un tipo de
microorganismos revela que los procesos específicos durante la corta
vida de una nube de tormenta tendrían más impacto sobre unas bacterias
que sobre otras.
Sugieren que estos
procesos afectarían al transporte a largas distancias y a la
distribución geográfica de los microorganismos en la Tierra.
Otro de los autores,
Gosewinkel Karlson, señala que, cuando empezaron los análisis,
pretendían simplemente “hacer una caracterización descriptiva de la
comunidad bacteriana en un hábitat no explorado”.
Sin embargo, lo que
encontraron fueron “evidencias indirectas de procesos biológicos en la
atmósfera, como selección y crecimiento de bacterias”, concluye en
científico.
La Partícula de Déu
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