La velocidad de una especie es clave para su supervivencia, tanto para cazar como para escapar. En el mundo animal, se asocia rapidez a eficacia. Sin embargo, hace más de 66 millones de años, al depredador más popular en la historia de la faz de la Tierra le bastaba con andar para agarrar a sus presas. El Tyrannosaurus rex ahorraba energía gracias a sus patas de casi cuatro metros cuando salía a buscar comida durante 12 horas, según un estudio reciente publicado en la revista PLOS ONE. Su perseverancia y lentitud eran su secreto para dominar la fauna del Cretácico. “Era un excelente andador y un gran testarudo. Su modo de caza era como una maratón, no un esprint”, asegura Alexander Dececchi, uno de los autores del trabajo e investigador de la División de Ciencias Naturales del Mount Marty College en Estados Unidos.
El científico no se esperaba que este animal, que podía pesar 9.000 kilogramos y medir 13 metros de largo con un cráneo de metro y medio, destacara en cuanto a su ahorro de energía: “Era, al menos, un 10% más eficiente que los demás, pese a ser mucho más grande y pesado”. Los resultados concluyen que, a diferencia de los otros dinosaurios más pequeños cuya alta velocidad les permitía cazar y escapar, el Tyrannosaurus rexutilizaba sus largas patas para una mayor resistencia. Este animal, que vivía hasta 30 años, conseguía alargar su supervivencia de entre tres a seis días por año gracias a su economía energética diaria, una ventaja en caso de no encontrar la comida necesaria (unos 200 kilogramos de carne por día).
Los investigadores midieron la longitud de las patas y la altura de la cadera para calcular la velocidad máxima de cada animal y su gasto energético gracias a una gran diversidad de datos de más de 70 especies de terópodos. Una de las hipótesis es que los tiranosaurios adultos recorrían 18 kilómetros por día (6.500 kilómetros por año) en busca de su almuerzo a una velocidad de dos metros por segundo. Esto supondría que los episodios de alimentación duraban dos horas y media aunque pasaran un total de 12 horas paseando por el territorio sin prisa. La clave era limitarse a dar una zancada tras otra, con calma, hasta cansar a su presa (teniendo en cuenta que un Tyrannosaurus rexda pasos de 3,6 metros cuando anda lentamente).
A Bernat Vila, investigador en ecosistemas de dinosaurios del Instituto Catalán de Paleontología Miquel Crusafont (ICP), le interesa en particular el ahorro energético del dinosaurio. “Es una parte novedosa y ofrece mucha información para futuros trabajos. Es posible modelizar las distancias, saber la cantidad de comida que necesitan y conocer mejor la interacción entre presas y depredadores", explica. Este análisis es muy complicado de hacer con el sistema fósil, según cuenta, pero muy importante a la hora de entender las necesidades del dinosaurio para mantener estable su población.
El debate: ¿carroñero o cazador?
El autor del estudio compara los pequeños depredadores con los zorros y los más grandes, con los lobos, es decir, con animales que no tienen ningún enemigo por encima de ellos aparte del ser humano. “El objetivo es entender la ecología del planeta en ese momento y ver que los ejemplares de esas especies eran animales normales con métodos de caza parecidos a los que conocemos ahora”, subraya Dececchi. El experto está convencido de que estos dinosaurios vivían en grupo y que cada miembro tenía un papel concreto al igual que una manada de lobos. El más pequeño perseguía a las presas, mientras el grande andaba el tiempo que hiciera falta hasta agotar a sus víctimas (principalmente dinosaurios herbívoros como los saurópodos u ornitópodos).
La visión de Fidel Torcida, director del Museo de Dinosaurios de Salas de los Infantes (Burgos) es que, en oposición a las carreras cortas y rápidas de los carnívoros actuales, los Tyrannosaurus rex deambulaban de manera rutinaria a una velocidad baja antes de empezar una táctica lenta de acecho con un ataque sorpresa al final. “Este animal no dejaba una capacidad de reacción a sus presas porque no era muy ágil y no podía cambiar de dirección de forma brusca mientras que ellas sí. Tenía que elegirlas bien para que fueran favorables frente a sus limitaciones y suficientes para su alimentación”, opina.
Los tiranosaurios deambulaban de manera rutinaria a una velocidad baja antes de empezar una táctica lenta de acecho con un ataque sorpresa al final
Para Alberto Cobos, paleontólogo de la Fundación Dinópolis, los tiranosaurios no seguían una estrategia grupal de caza, sino que, al tener también hábitos carroñeros, la velocidad no era tan importante para ellos. “Las conclusiones de este trabajo reflejan lo que, en principio, resulta más evidente y lógico: ¿para qué va a necesitar un dinosaurio carnívoro de grandes dimensiones correr a grandes velocidades constantes? Conllevaría un gasto desmesurado de energía. Además, no lo necesitaban, ya que sus presas tampoco podían correr a mucha velocidad”, asevera.
Torcida piensa que el animal aprovechaba la carroña por oportunismo, pero que su estructura indica una cierta capacidad de cazador tanto por velocidad como por resistencia. El experto del ICP, Bernat Vila, mantiene un discurso en la misma linea: “Yo me inclino más hacia la depredación debido a la estructura craneal del animal. Tiene una cabeza muy grande en comparación con sus patas delanteras y unos dientes muy afilados. Pero también es cierto que necesitamos más evidencias”, concluye.
El Tyrannosaurus rex no es el dinosaurio más grande conocido hasta ahora, pero sí el más famoso. El director del Museo de Dinosaurios menciona al Giganotosaurus carolinii, animal de la misma longitud pero más pesado (podía alcanzar las 10 toneladas), y al Spinosaurus, cuya última reconstrucción lo asemeja a una gigante lagartija acuática, que medía hasta 16 metros de largo.
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