miércoles, 29 de julio de 2020

Indicadores paleoambientales


No muy lejos de la policromática arquitectura de Bilbao, un mundo subterráneo exhibe su propia paleta de colores. Las estalagmitas y estalactitas de la cueva de Goikoetxe no presentan solo el tono blanco habitual: muchas van desde un color miel hasta un rojo intenso. Un nuevo estudio muestra que la coloración de esas formaciones, conocidas en general como espeleotemas, procede de compuestos orgánicos del suelo que fueron lixiviados y transportados por el agua. En un artículo publicado en línea el pasado abril en Quaternary International, los investigadores sugieren que los espeleotemas de la cueva de Goikoetxe registran factores ambientales como las precipitaciones.
Virginia Martínez Pillado, paleoclimatóloga del Equipo de Investigación de Atapuerca y del Centro Mixto de Evolución y Comportamiento Humano (dependiente de la Universidad Complutense y el Instituto de Salud Carlos III), caminó y se arrastró por la cueva de Goikoetxe hasta alcanzar su Sala Roja. «Todo en ella es rojo», explica sobre el recinto cubierto de estalagmitas y estalactitas. Ella y sus colaboradores transportaron al laboratorio cuatro estalagmitas y analizaron sus elementos traza, lo que les permitió descartar que la oxidación del hierro (que a menudo causa una coloración roja, por ejemplo en Marte) fuera la responsable en este caso.
Los materiales orgánicos también pueden conferir un tono rojizo, así que los científicos estudiaron la composición de las estalagmitas. Las medidas de dispersión y absorción de la luz revelaron que contenían ácidos húmicos y fúlvicos, moléculas complejas que se forman a partir de plantas descompuestas. El equipo concluyó que el agua debía haberlas recogido y depositado en las estalagmitas mientras estas crecían, a lo largo de miles de años.
Así pues, los espeleotemas podrían mostrar las condiciones ambientales del pasado. Por ejemplo, una variación en las precipitaciones influiría en la cantidad de materia orgánica arrastrada a la cueva, señala Alison Blyth, geoquímica de la Universidad Curtin de Perth, que no tomó parte en el estudio. «Midiendo las huellas químicas preservadas en cada capa, podemos reconstruir cómo han ido variando diversos parámetros ambientales.» Actualmente, Martínez Pillado y sus colaboradores analizan las estalagmitas para determinar antiguos cambios en las precipitaciones y en la vegetación situada sobre la cueva de Goikoetxe. Según los investigadores, esta técnica también puede aplicarse a otras cuevas con espeleotemas ricos en materia orgánica.

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