Las conductas sexuales entre dos hembras o entre dos machos son una realidad reconocida por la comunidad científica en el reino animal. Sin embargo, no fue siempre así. A pesar de que las primeras observaciones de este tipo de dinámicas relacionales datan de los siglos XVIII y XIX, durante varias décadas se trató de una realidad poco estudiada que la ciencia no llegó a atreverse a abordar con rigurosidad.
El motivo principal de la falta de estos estudios era que la homosexualidad animal no encajaba en las premisas a partir de las cuales parecía que se había construido el marco de conocimiento mayoritariamente asentado, pues a primera vista daba la impresión de que contradecía la teoría darwinista. Esta apelaba a la necesidad de las especies de reproducirse para perpetuar su existencia y evitar la extinción, así que hacía pensar que las relaciones entre macho y hembra serían las únicas que habrían tenido sentido.
Sin embargo, no solamente en los seres humanos, sino en multitud de especies como los bonobos, los macacos japoneses, los pingüinos e incluso los escarabajos, estas prácticas resultan una realidad innegable. Se ajuste esto a la teoría darwinista o no, la homosexualidad animal se da en alrededor de más de mil especies distintas. Pero es que, además, cuanto más se encara el asunto, más parece que al final sí se ajusta a lo que proponía Darwin y cumple con distintas funciones para la supervivencia.
Los bonobos, por ejemplo, utilizan las relaciones sexuales como una forma de fortalecer los vínculos sociales entre los ejemplares de una misma comunidad, sobre todo entre los machos más jóvenes y los más dominantes.
En el caso de los escarabajos Tribolium o Tenebrio, cuando dos machos tienen sexo entre sí y uno eyacula sobre otro, este último se relacionará posteriormente con alguna hembra a la que tendrá más posibilidades de inseminar gracias a ello.
Las hembras de macaco japonés, por su parte, acostumbran a tener relaciones sexuales entre sí de forma especialmente recurrente por el mero hecho de experimentar placer, aunque con ello consiguen motivar a los machos a tener aún más sexo con ellas.
Lo que sí parece, sin embargo, es que en el reino animal la mayoría de las especies no suele tener conductas relacionales únicamente homosexuales, sino más bien bisexuales. En cualquier caso, aún queda mucho por recorrer en este área de la investigación hasta cubrir las carencias de conocimiento científico que dejaron los dos siglos anteriores. Y multitud de científicos están interesados en sumergirse en su estudio de una vez por todas.
Como afirma el profesor de Biología Orgánica en el Imperial College de Londres, Vincent Savolainen, uno de los pioneros en este campo de estudio: "Sigue siendo una investigación arriesgada e inusual que es difícil de apoyar a través de las vías de financiación tradicionales". Pero el científico se mantiene esperanzado y llama a seguir buscando "organizaciones que crean en esta investigación y que estén dispuestas a asumir el riesgo".
Vincent Savolainen et al. Evolution of Homosexuality, Encyclopedia of Evolutionary Psychological Science (2017). DOI: 10.1007/978-3-319-16999-6_3403-1
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